Y no es para menos porque el ritual es sangriento. La circuncisión se practica en público ante los hombres de su familia cercana y extendida y una tía ( no me pregunten por qué) quienes cantan, gritan, sacuden maracas y plumas, llegado el momento. El ritual, que se practica sin ningún tipo de anestésico, significa nada más ni nada menos que el paso a la adultez. Es por ese motivo que estos niños que devenirán en hombres, sostenidos de los brazos por sus padres, hermanos y primos, no deben hacer ni el más mínimo gesto de dolor y molestia en el momento de seccionamiento del prepucio. Sin fruncimiento de ceños, sin lágrimas, sin gritos, deben contener el intenso dolor como...hombres? Muchos tienden a romantizar la vida tribal, pero no es una vida fácil, es una vida dura y a veces de mierda, e incluyen algunas costumbres ancestrales que en nuestros días son muy difíciles de comprender.
Kenia tuvo un significado muy grande para nosotros, aún cuando fue un país en el que pasamos relativamente poco tiempo y lo atravesamos por un sector muy remoto que poco tiene que ver con la cultura de Africa subsahariana. Sin embargo, nuestra corta experiencia estuvo signada por un evento positivo tras otro. En su comienzo, fue sentir la inimaginable plenitud del simple hecho de dejar Etiopía, luego siguió la intensidad de la adrenalina en el cuerpo al sortear los peligros de la aventura por las magníficas tierras tribales del noroeste, y finalmente acabó con la maravillosa recepción que hemos tenido de la primera gente de Africa negra que conocimos. Kenia queda en mi corazón como el lugar al que definitivamente quiero volver como deuda pendiente, a pasar más tiempo y por qué no también, a casarme.
Días después, ya en las rutas de Uganda, pasamos los últimos 5 días antes del impasse, transitando las colinas suaves de las plantaciones de caña de azúcar, de plátanos y aguacates. Los colores del trópico comenzaron ya a aparecer en forma de exhuberancia verde, de tierra roja, de nubarrones grandes y negros cargados de lluvias intensas, y aunque estamos ya muy cerca del Ecuador, la altitud promedio privilegiada de 1200 m, hace que el clima no tenga la humedad intensa usual de estas tierras. Son días tranquilos, vamos lento, pasamos por el supuesto nacimiento del río Nilo en Jinja (aunque en esta región más de 5 lugares claman ese honor) pero no tiene mucho de interés. Los ugandeses que conocemos continúan mostrándonos más y más de este hermoso espíritu africano al que nos introdujo Kenia. Finalmente, tenemos el primer vistazo al magnífico lago Victoria antes de llegar a casa de Jan en Kampala, donde dejaríamos las bicis por un mes y medio de descanso. Nos espera una nueva boda y un regreso muy especial a nuestro amado Sudán, nos espera la familia de Julia en Barcelona y me esperan mis sobrinos en Canadá. Es un muy merecido descanso en un momento de plena felicidad. Y mi rueda, con casi 1000 km encima desde el comienzo de la rotura, colapsa felizmente por haber cumplido el duro trabajo de traerme hasta aquí, ya habrá tiempo para cambiarla, ahora sólo queda descansar.