Finalmente llegó el momento de partir una vez más en camino al Tibet. 17 de septiembre de 2011. Pocos momentos ansié tanto durante este 2011, como el de esta partida. Una mezcla de saturación de trabajo, calor pegajoso, inquietud incesante mezclados con la necesidad de ir aún más allá dentro de esta región de la tierra por la cual siento profundo amor y devoción.
Y la premisa de este viaje para explorar el más allá del Tibet se resume en una palabra: REMOTO. Es cierto, ya he estado en muchas regiones remotas, y dentro del Tibet mismo ya he explorado varios rincones de estas características, pero esta vez me propuse redoblar la apuesta y consecuentemente las dificultades, para llegar más lejos, aún más lejos, más profundo en el altiplano.
Para ello comencé a planear temprano y con tiempo la gran ruta que por 24 días me conduciría por rincones lejanos y aislados. Durante al menos 3 meses planeé meticulosamente, haciendo uso de mapas locales e imágenes satelitales del Google Earth y siguiendo los consejos de varios expertos, las rutas, los tramos, los trayectos que seguiría. Al mismo tiempo, usando la experiencia previa, terminé de adquirir las partes cruciales del equipo que necesitaría. El GPS, es una de estas partes y sin él, cargado con toda la información satelital que manualmente tracé en Google Earth, este viaje simplemente no hubiera sido posible.
Durante esta etapa de planeamiento, mi gran amigo David, ya más pekinés que madrileño a esta altura de los tiempos, vió frustrados sus planes de pedalear por el norte de Pakistán y sabiendo de mis planes para el Tibet se ofreció a venir conmigo en las dos primeras etapas de esta travesía. Conociendo a David y su pasión por la bici, no dudé ni un segundo en darle la bienvenida a bordo de esta vertiginosa locura que atravesaríamos y que nos podría a prueba de maneras que ni él ni yo hubiéramos podido imaginar antes.
La ruta trazada quedó definida en tres mayores etapas de acuerdo a las características individuales encontradas en cada una, a lo largo de las provincias de Kham y Amdo. La primera etapa yendo de Kandze a Jyekundo a través de Derge y subiendo por las regiones menos exploradas del gran río Dri Chu (Yangze) siguiendo pueblos y comunidades monásticas alejadas y aisladas de todo. La segunda, de Jyekundo a Matö, la región más alta e inhóspita viviendo entre los 4200 y 5000 metros de altura rodeados vida salvaje y nómadas. Y la tercera, de Matö a Ngawa de altas cumbres nevadas, caminos devastadores, grasslands junto a picos sagrados, cañones verdes y ríos cristalinos y más vida nómada.
Una aventura en que la mayor parte de la ruta de más de 1800km. era un gran y eterno signo de pregunta, debido a la enorme falta de información, ya que a estas regiones sólo llegan los locales y muy pero muy pocos viajeros independientes, en su propio transporte han atravesado solo partes de ella. No hay medio de transporte público alguno que alcance estas regiones y la información cartográfica es mínima por decir algo. Solo restaba subirse a la bici y esperar lo inesperado y hacer camino al andar. Nada mejor ni más puro.