Grande eres entre todas

Ya entrada la primavera, y con ánimo de, una vez más volver al altiplano decidí dejar la bici a un lado por un rato y sumarme a un grupo de amigos chinos montañeros para retomar un poco dicha actividad después de bastante tiempo.

Nos adentramos en el altiplano por la ruta principal entre Chengdu y Lhasa y a diferencia de ir hasta Dartsendo lo cual es lo más habitual, decidimos desviar en Chakzamka por un camino destrozado hasta alcanzar el sendero de partida, que está bastante escondido, y sin alguien que conozca la región es difícil de encontrar.

La región circunda los intrincados alrededores de Minya Konka, un fabuloso pico de 7555mts, el más alto al este del Tibet y claro, como la mayoría de los grandes picos, sagrado para los tibetanos.

Los senderos rocosos conducen cuesta arriba por varios kilómetros a través de valles grandes por donde alguna vez fluyeron grandes ríos. La altura, por encima de los 3000mts no sería habitualmente un problema, a no ser por el hecho de haber subido de golpe. Eso hace que uno se canse más fácilmente y más rápido.

Lleva todo un día alcanzar el primer refugio a 3700mts, donde hay dos casas de piedra, alrededor de las cuales se puede acampar. En sus alrededores, de picos nevados, colores primaverales y cielos azules, los caballos pastan por doquier y la paz y la tranquilidad absoluta predominan.

Al frecuentar montañeros chinos habitualmente, los tibetanos de esta región hablan relativamente bien chino y con ellos es bastante fácil comunicarse. En su casa, ofrecen refugio a quienes no quieren acampar y su hogar a leña para quienes quieran hervir agua para sus fideos. Mientras, los niños juegan con los visitantes en la puerta de sus casas

Un aspecto revelador para mí en lo que tiene que ver con la relación entre tibetanos y chinos han es que en lugares así, entre gente común, lejos de los problemas políticos y las injusticias de la humanidad perpetradas por los mismos, uno puede ver que las tensiones casi no existen. He visto una perfecta y sana armonía entre ambas partes y he visto a chinos han, a los cuales se tiende a meter a todos en una misma bolsa a la hora de pensar en los problemas con el Tibet, tratar con absoluto respeto y afecto a los tibetanos. Es cierto que cuanto más lejos del oeste de China uno va esto cambia radicalmente ya que, cuanto más al este más se difama y calumnia a los tibetanos para tergiversar los hechos de la historia, pero el haber visto una relación tan pacífica y genuina entre ambos, entre gente común, fue al menos alentador.

Luego de haber acampado, me acerqué a un pastor que caminaba solo y contemplaba el paisaje junto a sus caballos, como si fuera tan único y maravilloso al igual que para quien viene de la ciudad tan necesitado de naturaleza. Y a pesar de su rostro desfigurado, su expresión emanaba paz y tranquilidad. Al ver que me acercaba, inmediatamente sonrió. Luego de conversar un rato con él y sin siquiera preguntarle sobre el motivo de su rostro me dice, señalando a un bosque en la montaña: -¿Ves allá? En verano, caminaba por allá solo y me encontré un oso. Se lanzó encima mío y me atacó. Recuerdo su garra, las uñas gruesas que me arañaron la cara-. Luego me contó cómo se salvó por sus amigos que llegaron y los espantaron, y algunos otros detalles que entendí a medias.

En ningún momento, dejó su mirada serena y afable al contarlo. Lo contaba, casi como si fuera leyendo un libro de aventuras. Este modo al hacerlo tuvo un fuerte impacto en mí.

Al día siguiente ascendimos a 4700mts, partiendo bien temprano a la mañana para admirar la brutal grandeza de Minya Konka. Impresionante.

Luego lo bordeamos en empinada cuesta abajo hasta un monasterio solitario, que hoy también es refugio y del cual se puede contemplar la “protección” del pico sagrado.

Son varios los kilómetros de vuelta por un valle de características únicas. Una especie de cementerio de árboles de miles de años de antiguedad semi-sumergido en agua cristalina color esmeralda, cuya poderosa y ténebre atmósfera fue acentuada significativamente a la mañana helada y cubierta de neblina. Un escenario único y atípico, distinto de todo lo que he visto antes. Ideal para terminar los 60km de montaña.

Nicolás Marino