Levitando en Pakistan. Parte III - Final

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QUINTA ETAPA ISLAMABAD-LAHORE-MULTAN-UCH SHARIF

Mi última etapa en Pakistán fue rotundamente diferente a las tres primeras pero no menos cargada de fuertes emociones.

Pasar por Islamabad fue una experiencia muy interesante y me sirvió más que nada de descanso. El motivo de mi visita y posterior larga estadía (15 días) en esta ciudad fue la obtención de mi visa para India. Islamabad nació de la nada en los años sesenta, bajo el mismo esquema conceptual que las ciudades de Brasilia o Chandigarh y se encuentra a sólo 15 km de Rawalpindi, más conocida como sólo Pindi. Pindi es una típica ciudad caótica y sobrepoblada del sub-continente con las características que siempre suelo mencionar.

Pero Islamabad es un mundo aparte, ya que fue concebida como ciudad modelo y principalmente como centro administrativo y diplomático. Entrar en esta ciudad es como entrar en una verdadera burbuja en el sub-continente. Las calles están impecables, es una ciudad donde predomina el verde, los parques están perfectamente parquizados, super limpios y muy bien diseñados, los muros de los edificios "chorrean" por cientos de metros bellísimas santa ritas que se desprenden de ellos dejando el piso de colores, las manzanas son enormes, lo que hace que la ciudad tenga cuadras de no menos de 180/200 mts lo cual la hace incaminable (típico de las ciudades concebidas como esta). No se ve prácticamente gente en las calles, más que policías y ejército armado hasta los dientes, tiene una población de menos de 1 millón de personas y esto la hace un verdadero hito en Pakistán. La ciudad está flanqueada por un cerro hermoso de unos 900 mts de altura y muy verde. El clima me hizo sentir que volví a Buenos Aires en diciembre de un hondazo ya que el calor de 38 C se potencia con una inmunda humedad del 100%. Me fue terriblemente difícil adaptarme después de 7 placenteros meses en climas de mucho calor pero de CERO humedad y sumado a que ya tengo el pelo muy largo, recordé lo terrible que es tenerlo así en un clima húmedo.

Durante mi estadía no hice más que descansar, me "alojé" acampando en un parque que estaba muy bien ubicado con respecto a las embajadas. Generalmente la gente se queda en Pindi porque Islamabad es muy caro pero no hubiera soportado nunca tanto tiempo en esa ciudad porque no hay nada más que caos y acampar casi no tiene costo y la ubicación fue perfecta. Junto conmigo acampaba gente muy interesante, unos okupas, anarquistas y anti-capitalistas suizos que viajan en unas van de hace 30 años, y otros viajeros que viajan en moto, fue una mezcla muy interesante e hizo que nuestra espera se hiciera bien divertida, incluyendo un "asado" cocinado por mí para 12 personas. Así es, asado en Pakistán.

Fue perfecto tener la bici para recorrer una ciudad de distancias tan largas y realmente es un placer andar por esta burbuja después de pasar por tanto caos y con carencia de cosas básicas.

En Islamabad no hay casas, sólo hay onerosas embajadas, edificios gubernamentales y mansiones gigantes con jardines inmensos en silenciosos barrios. Por la calle sólo circulan Toyotas, BMW, Mercedes Benz, Hondas y en los negocios se puede conseguir cualquier cosa de occidente, desde el más caro chocolate suizo o Nutella hasta aceitunas italianas. En síntesis, en Islamabad está toda LA TORTA de Pakistán y sumado a todo el mundo diplomático hacen de ella, como dije, una burbuja. Y fue bueno estar acá, después de tanto tiempo pude comer cosas que hacía mucho tiempo que no comía, como Pizza en Pizza Hut o chocolate Lindt.

Lo más interesante también es que en las calles se ven tantas mujeres como hombres y hasta con la cabeza descubierta y caminando muy líbremente. Algo impactante después de haber pasado un mes entero viendo menos de 10 mujeres. También es interesante ver que a pesar de la riqueza económica la mayor cantidad de los hombres viste Shalwar Kameez también.

EL cerro que flanquea la ciudad hizo de perfecto entretenimiento para mí y para otro ciclista(venezolano) que estaba acampando en el parque. Por las tardes, antes del atardecer subíamos los casi 1000 metros por el sinuoso y empinado camino y una vez en la cumbre, bajábamos corriendo en carrera con velocidades frenéticas y con un nivel técnico complicado ya que los tramos rectos empinados en los que alcanzábamos unos 60 km/h morían en curvas cerradas a 90º. Fue simplemente espectacular y pura adrenalina, más allá de que perdí casi todas las carreras jejej, (una vez más, como Rod, tenía rodado 28).

Así pasaron los días en esta burbuja y una vez concedida la visa partí hacia Lahore. Fueron 300 km planos, los hice en 2½ días muy fáciles pero en este tramo experimenté con intensidad lo que había experimentado de a breves momentos hasta el momento. Pedalear con lluvia. La provincia de Punjab me recibió con torrenciales aguaceros, llegando a pedalear el segundo día casi 5 hs continuas de lluvia y con lapsos de hasta una hora seguida de chaparrones brutales. Integramente mojado pedaleaba en un día que se hizo de noche y el cielo negro encandilaba cuando los salvajes rayos se extendían en él como una brutal telaraña electrificada. Fue una experiencia increíble sumada a las maravillosa hospitalidad de la gente en el camino. El primer día me recibió una familia hermosa, cuyo hijo me encontró comiendo algo en un restaurant del camino y me invitó a quedarme en su casa. El segundo día tuve que dejar de pedalear porque ya no veía de la lluvia. Paré en una estación de servicio y la lluvia no paraba hasta que cayó la noche. Luego de haber tomado más de 20 tazas de Té que me invitaban repetidamente, camioneros que llegaban, los chicos que cargaban nafta, y el dueño de la estación, procedí a acostarme en el piso a la intemperie, al lado de mi bici para dormir lo que produjo el horror!! Cómo iba yo, un invitado en Pakistán a dormir en el piso?? Se armó una revolución para encontrarme un lugar e inmendiatamente procedieron a abrirme la oficina del dueño de la estación donde dormí muy cómodamente en un sillón.

La claridad de un día radiante me despertó a las 6 am, hora a la que partí para llegar a Lahore unas horas después en pleno caos. La llegada a Lahore fue TERRIBLE! Atravesar el "conourbano Lahorense" fue una experiencia TORTUOSA. El tráfico un infierno en la tierra, me tiraban autos, tractores, cabras, rickshaws, scooters, bicicletas, gente encima en medio de intoxicantes nubes de polvo y gas expedido por los miles de vehiculos y aturdido por una ensordecedora masa de bocinas, explosiones de motor y gente.

Lahore es una ciudad cosmopolita enorme, de 6 millones de habitantes y es caótica, pero tiene un legado cultural impecable y espectacular. Es la segunda ciudad más importante de Pakistán luego de Karachi y es también un lugar donde se encuentra mucha riqueza, la cual por supuesto pertenece a muy pocos. También aquí se encuentran productos de todas partes y me sigue sorprendiendo, como argentino, encontrar en todos los negocios toda la línea de productos de Arcor. Pero ni loco voy a pagar 4 usd por una caja de bonobones jajajaj.

Pero la visita a Lahore sería incompleta si uno no se quedara en lo de Malik. Malik es un ex-periodista, muy reconocido en Pakistán y es una verdadera enciclopedia viviente. Es a quien National Geographic recurre a consultar a la hora de hacer algún documental sobre Pakistán. Luego de accidentalmente recibir a un viajero hace 6 años en su casa, totalmente gratis, comenzó su interés por estar entre viajeros. Es así como tomó un edificio que era el lugar donde se imprimía un periódico para el cual él trabajaba y lo transformó en guesthouse (casa de huéspedes). Hoy por hoy es una de las guesthouses más exitosas del mundo entre los que viajamos. De punta a punta del planeta, quien pasó por Lahore se alojó en esta guesthouse que es una suerte de caos total, habitaciones improvisadas con camas o colchones dispersos, una cocina desordenada, baños repartidos por todas partes, una heladera enorme para todos y sobre todo una terraza que sirve de lugar de reunión y que se transforma en un lugar mágico para los viajeros. Es un lugar con una onda increíble, no dan ganas de irse.

Malik te abruma con historias increíbles de una sabiduría y un estudio impresionante, no sólo es un libro abierto sino que es un verdadero padre para todos los que convivimos en su guesthouse porque tiene una calidez y un encanto UNICOS!!

Como es una persona muy famosa en Lahore y ha hecho de todo en su vida, durante las noches la pequeña terraza se transforma en el escenario de magnificos shows en vivo de los mejores músicos sufíes y qawalis de Lahore, que como son amigos de Malik vienen a tocar gratis para los viajeros no menos de 3 veces por semana y siempre improvisadamente, nunca nada está planeado. Así pasé 10 días en Lahore en un clima prácticamente familiar.

La ciudad tiene sectores increíbles por su riqueza arquitectónica y su legado cultural. Como toda ciudad pakistaní tiene su "old town" (vieja ciudad) que es muy similiar a la que ya les describí de Peshawar, con la diferencia que en Lahore el clima es mucho menos tenso y a pesar de que la segregación entre hombres y mujeres es total, aquí muchas mujeres también caminan libremente y descubiertas como en Islamabad. Las callejuelas hiper estrechas a las cuales llega muy poca luz, tienen un techo virtual de cableríos y tendidos eléctricos de décadas que se entrecruzan y entremezclan hasta un enriedo imposible sobre la cabeza de uno. Los olores pestilentes impreganan los pulmones y la mezcla de gente a mil por la calle con costumbres extrañisimas llenan de vida el ambiente.

Sobre los bordes de la vieja ciudad se encuentra una de las mezquitas de arquitectura mughal más espectaculares del mundo, la mezquita Badshahi con impecables cúpulas blancas que se bañan de anarajando a medida que el sol asciende y que se encuentra encerrada entre muros y minaretes de colores rojos intensos que acentúan la fuerza del sol.

Una de las cosas más especiales que viví en Lahore fue el final del Ramazán, que como ya les conté fue el mes de ayuno en todo el mundo islámico. El final del mismo se festeja con 4 días de feriado total, y la festividad se la conoce como EID, donde el clima de alegría y de satisfacción que desborda de la gente por haber hecho y posteriormente concluido el enorme esfuerzo de haber ayunado durante 30 días seguidos se siente en el vibrar de la ciudad, toda iluminada y con gente que va de un restaurant callejero a otro comiendo mucho y disfrutando como nunca. Fue muy especial e inolvidable vivirlo.

Lahore se encuentra a solo 30 km de la frontera con India y este puesto fronterizo es escenario de quizás el espectáculo más bizarro y desopilante que he visto viajando por el mundo, la ceremonia de cierre de frontera.

Desde 1947, año en el que se produjo La Partición, 365 días al año se festeja, a minutos antes del atardecer, el cierre de frontera entre India y Pakistán. Un evento que me es muy díficil describir, pero básicamente consta de una coreografía perfectamente practicada por los militares de ambos lados, vestidos con estrambóticos uniformes, que con un orgullo que voltea montañas, cada uno de su lado, marchan haciendo los pasos mas hilarantes que se imaginen, gritándose de un lado hacia el otro pero nunca perdiendo ni el respeto ni la rectitud del evento. Se enfrentan, marchan ambos hacia los portales donde termina cada país, se encuentran, se miran con recelo, se dicen con los ojos cuan orgullosos están de ser de su país. Bajan la bandera al mismo tiempo en un acto conjunto donde la misma es tratada como un hijo. Todo está perfectamente coreografiado por ambos países, es increíble como sincronizan como si se hubieran juntado antes a ponerse de acuerdo para que esto sea la "obra de teatro" más increíble. Cada paso de un lado coincide con el del otro. Es una ceremonia única en el mundo, es un acto de exagerado nacionalismo y de excesivo orgullo pero que divierte a tal punto que de ambos lados han montado verdaderas TRIBUNAS!!!!! para que la gente pueda sentarse a vivenciar el evento y que alimente este clima de pasión por pertenecer a un país. MILES de personas presencian el evento, hacen de aliento y de pura hinchada, no dejan de alentar el patriotismo intenso y de tratar de ganarle al otro en amor desmedido por su país.

En Lahore presenciaría el evento que hizo que decidiera quedarme una semana más para volver a verlo. Pero lo voy a dejar para el final.

Entre evento y evento decidí esperara yéndome junto con un amigo holandés y otro irlandés a las ciudades de Multán y Uch Sharif, 400 km al sur de Lahore en la provincia de Punjab. Es increíble una vez más, como saliendo de las ciudades importantes de Pakistán uno vuelve al extremo conservadurismo religioso. Si bien en el Punjab las mujeres se ven en la calle, están cubiertas casi siempre con el horroroso burqa o con unos mantos que dejan sólo la más mínima ranura entre los ojos. Su saris (vestidos típicos) son de colores vivos y saturados.

No es casualidad, es una provincia donde reina la pobreza. Es principalmente productora de algodón y a los costados del camino uno puede ver cientos de peones entre las plantas extrayendo su producto. También es uno de los lugares que más se acerca en parecido a India. La pobreza extrema abunda y la gente duerme en basurales y en toldos montados sobre troncos de árbol. El paisaje es chato y los sembrados se extienden infintamente en el horizonte siempre cubiertos con la característica bruma que le da un aspecto místico a los colores del día.

Multán es uno de las ciudades más ultra-religiosas de Pakistán, es muy conservadora y alberga una enorme cantidad de mezquitas que se ubican hasta en los lugares más recónditos de la misma. La ciudad es simplemente una gran nube de polvo, las calles son casi siempre de tierra y están destrozadas, el caos es generalizado pero los lugares sagrados son hermosísimos y vale la pena estar ahí para ver tanta devoción y entrega a la religión.

Para los que les gustan mis historias de hotel les cuento que me alojé en uno de los peores agujeros negros de Multán, ciudad que carece de hospedaje económico para viajeros. Entrar al Hotel Guild es un viaje de ida, por el patio caminan las gallinas y la habitación de ultra tumba iluminada con un tubo fluorescente y un olor rancio estaba habitada por un pavo gigante parado arriba de la cama que "el manager" procedió a correr para dejarnos entrar. Las sábanas usadas por, probablemente un millar de personas, tenían manchas de todos los colores y el centro de la almohada era simplemente MARRON! del baño colgaban telarañas y las paredes se caían a pedazos. Pero el Hotel Guild carecía, afortunadamente de lo único que detesto, CUCARACHAS, con lo cual no fue un problema que los cuatro roedores que conté pasar entre mis piernas durante la noche me hicieran irme a un lugar de 15 usd.

De Multán nos fuímos a Uch Sharif, un pueblo super remoto al que se llega por una serie interminable y agotadoras combinaciones. Pequeño pero muy populoso el pueblo tiene una de las reliquias más espectaculares del Sufismo, el mausoleo de Bibi Jawindi, la nieta de uno de los más sagrados santos sufíes, una perfecta pieza de arquitectura de 1494 situada en el medio de la nada, en las afueras del pueblo, de diseños intrincados y de colores bañados por el sol. Junto a este mausoleo hay dos más que hacen de Uch Sharif un lugar remoto pero visitado continuamente por peregrinos de todo el mundo islámico que siguen a los Sufíes.

Una vez de vuelta en Lahore, mi último día en Pakistán, estaba listo para volver a visitar el encuentro más esotérico y sobrenatural que presencié en mi vida. Las danzas sufíes.

Los sufíes conforman una rama o mejor dicho una parte del Islam pero no como una escuela diferente sino como un grupo místico del mismo. El sufismo es misticismo islámico y los santos sufíes sus místicos. Sin querer adentrarme en la profunda complejidad de su historia, la cual todavía estoy tratando de comprender y estudiar através de unos libros que tengo, el sufismo es mucho más que parte del Islam. Según Malik, los sufíes son simplemente gente que toma la religión de una manera muy abierta, son gente que trasciende las barreras y van mucho más explorando los sinfines del cuerpo y el alma. El sufismo y sus seguidores son gente de todas las religiones debido a la gran sabiduría que en el mismo se encuentra. Nadie puede llamarse o proclamarse un sufi ya que los santos sufíes han sido pocos y sus inicios tienen lugar en medio oriente hace unos 1000 años atrás. Las danzas sufíes son practicadas hoy en día en todo el mundo pero es en Pakistán y específicamente en Lahore donde pueden vivenciarse en su más profunda escencia. No son simples danzas, son mucho más que eso, son una especie de ritual donde los seguidores de los sufíes alcanzan un profundo estado de trance.

Llegamos con unos viajeros, de la mano de Malik a una especie de templo en los barrios más escondidos de Lahore, por calles de tierra y muy lejos de los lugares de tránsito común. Al entrar al templo se entra a un mundo fuera de este mundo, el clima es tenso, está lleno de gente exaltada, en estado de euforia, las nubes de hashís inundan el lugar e impregnan los pulmones. Sólo nos fue posible entrar de la mano de Malik, no es un lugar para extranjeros pero todos nos hacen sentir bienvenidos.

Todo comienza cuando dos hombres mestizos casi negros de barbas oscuras, pelos largos, atuendos de colores hasta el piso, decenas de collares y medallones, con grandes tambores colgados al cuello y de una presencia severa e intimidante, aparecen en el patio donde tiene lugar el evento. Un patio abierto, rodeado de árboles donde la gente, muy predispuesta y exaltada, se sienta en el piso mientras fuma hashís y gritan cánticos que calientan el ambiente.

Comienza una sesión de tambores, el sonido es fuerte, estridente y muy potente, la severidad nunca se pierde en sus rostros, el respeto del público hacia estos dos músicos es casi de sumisión. Por más de 40 minutos suenan sin parar los tambores de estos dos hombres pero no pasa nada hasta que los seguidores de los sufíes, gente absolutamente "extraña" o mejor dicho diferente, aparece, algunos envueltos en túnicas rojas platinadas, tienen barbas largas y están sucios. Por orden y respeto acarician los tambores y se agachan mostrando sumisión a los tamboristas. Y ahí comienza "el viaje". Empiezan a dar pequeños saltitos, agachando sus cabezas, sus ojos están cerrados y comienzan a rotar en su lugar, empiezan a sudar y a rotar más y más rápido, siguen el ritmo alienante de los tambores, abren sus brazos y se transforman virtualemente en helicópteros humanos que giran a toda velocidad. Otros saltan en su lugar y sacuden su cabeza, impresiona, asusta, sus cabezas parecen estar al borde de desprenderse del cuello y rotar al piso, parece que fueran a desnucarse. Pasan los minutos y la velocidad se acrecenta sin parar y el escenario se transforma en un conjunto de unos 20 seguidores de sufíes cuyos cuerpos y rostros ya no es posible ver ni reconocer, solo se ven manchurrones, la velocidad es inconcebible de sostener pero ellos siguen y siguen y lo hacen por más de dos horas consecutivas, no se caen, no se chocan entre sí y como abejas vuelan por el aire.

El estado de trance es total, se puede ver con total claridad que el cuerpo está desprendido del alma. Según Malik, los que alcanzan estados superiores suelen sentir poder verse desde fuera haciendo lo que hacen, es decir pueden ser espectadores de ellos mismos.

El efecto sobre uno es difícil de explicar, uno está simplemente de espectador, pero los tambores y la danza tienen un efecto lento pero ascendente en uno y se experimenta una suerte de hipnosis temporal.

La verdad es que no tengo palabras, es algo que sólo es entendible viviéndolo...

Lahore fue el lugar perfecto para cerrar con broche de oro mi paso por Pakistán. Así, con esta noche, y después de 61 días, finalizaron mis días en un país que desde que entré hasta que me fuí no hizo más que hacerme desbordar de emociones inigualables. Paisajes soberbios, apabullantes, gente de una hospitalidad y una calidez difícil de superar y encontrar en otro lado, experiencias culturales que vuelan la cabeza. Un país que visité por primera vez pero que estoy seguro que voy a volver unas cuantas a lo largo de mi vida, tengo mucho mucho más por descubrir en Pakistán porque no se acaba nunca todo lo que tiene. Hice mis últimos 30 km desde Lahore hasta Wagah, en la frontera con India, llevo la camiseta puesta de Pakistán, los hice despacito, no quería irme, y al cruzar la frontera....se me piantó un lagrimón...Hoy estoy en India y no dejo de extrañar Pakistán!!

También es el final después de 6 meses seguidos en países islámicos que día a día me dieron lecciones de vida y si hoy tengo que resumirles el Islam en una sola y simple palabra les digo: HOSPITALIDAD. El Islam puede tener muchos defectos, como los tienen todas las religiones y culturas, y tristemente se ha elegido demonizarlos brutalmente, empezando por Estados Unidos y siguiendo con todos los cómplices alrededor del mundo. Pero en el Islam uno experimenta en cada rincón la más sincera, pura, desinteresada y genuina hospitalidad. Los musulmanes conquistan cada parte del corazón de uno desde que uno llega hasta que uno se va y eso es lo que me dejaron 6 meses de Islam, muy por encima de todos sus paisajes y herencia cultural.

No crean nada de lo que ven en los medios sobre el Islam, no asocien Bin Laden, Hezbolah, Saddam Hussein, Ahmadinejad etc al Islam porque ellos nos son el Islam de la misma manera que Bush tampoco es cristiano a pesar de que repita que lo manda Dios, cada 5 minutos en sus discursos.

Vengan al mundo islámico y vívanlo, sus corazones se van a embelezar como nunca antes.

PakistanNicolás Marino