Hacía 13 años llegaba a Nepal por primera vez, tenía 22 años y viajaba con mochila al hombro. En aquella oportunidad. pasé 22 días en la profundidad del Himalaya, superando los 5000 metros de altura, siendo testigo de las vistas más deslumbrantes que este mundo tiene para ofrecer. Luego de aquel viaje, supe que algún día volvería a este maravilloso país porque luego del mismo, nada volvió a ser igual. 13 años más tarde, a excepción del enorme crecimiento del barrio turístico de Thamel, el cual parece ser 13 veces más grande que aquel Thamel de 2001, Kathmandu sigue atrofiada en el tiempo, nada parece haber cambiado. Las aceras siguen sin existir, los edificios pareciera que fueron todos abandonados a mitad de su construcción, se caen a pedazos. El tráfico de autos, motos, buses, gente, vacas, bicicletas sigue congestionando todas las arterias haciendo de todo un verdadero caos de ruido. Las marañas de cables desafían la razón y uno comienza a creer imposible que este país funcione.