Hacia un mundo remoto. Parte II

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Segunda etapa: Provincia de Gansu 甘肃省

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Al día siguiente decidí continuar con él para barrer con los kilómetros que sabía que en algún punto debía hacer ayudado por transporte. Junto con mi nuevo amigo, el chofer, hago unos 400km de desierto interminable. Lejos de acabarse el mismo, le digo a mi amigo que ya fue suficiente y podía bajarme para continuar con mi bici. Ya había entrado en la provincia de

甘肃

Gansu y estaba en pleno desierto de Gobi. Seguir pedaleando luego del mediodía fue una idea bastante osada, la temperatura levantó a no sé cuántos grados pero seguro por arriba de 30C, clima seco y un sol fulminante que enceguece y abrasa la piel, era mirar a los lados y ver el horizonte plano, monocromático e infinito 360 grados a la redonda.

Luego de avanzar cubriéndome como podía de un sol que nunca parecía querer descender, avisté un nuevo horizonte, el horizonte del futuro muy próximo de China, el horizonte de las gigantescas granjas de energía eólica. De repente todo a mi alrededor se convirtió en un escenario sembrado de turbinas inmensas, que se levantan varias decenas de metros de altura (creo que entre 70 y 90mts) y mueven sus hélices al compás del viento de este infinito desierto donde transito ahora cual Don Quijote con mi bicicleta aunque sin espada. El futuro inmediato de la

producción de energía en China está aquí, a lo largo de toda esta franja que se extiende a lo largo del norte de China bordeando Mongolia por miles de kilómetros, donde todos los días se siembran centenas de turbinas nuevas para reemplazar el uso del carbón como medio para generar energía. Sobre el final de un día tan arduo y monótono, fue interesante ver en un escenario natural el fuerte contraste entre pasado y futuro. El pasado reflejado en industrias a lo largo de un camino solitario, aquellas que siguen envenenando el planeta impunemente y el futuro, impulsado por estos mástiles gigantes que empiezan a copar el nuevo horizonte y que promueven al menos algo de esperanza para los tiempos que vienen.

Todo se mantenía tranquilo, y a pesar de estar en una arteria principal del país y bastante bien asfaltada, el tráfico era muy reducido, hasta que llegó la sorpresa que alteró dicha paz. Casi como de la nada comenzó una brisa, una brisa caliente que devino en viento, un viento que se transformó en ráfagas fuertes que me dificultaban pedalear, miré a mí alrededor y empecé a ver remolinos de arena por doquier y luego de unos minutos un manto de polvo y arena calientes se levanta sobre mí. El viento me hace comer polvo y masticar arena, que se mete por todos lados, en los ojos, la nariz, las orejas, los hombros, la espalda, los pies, el traste. Por varios minutos ya no se veía nada alrededor más que una masa turbia marrón, con un viento que apenas dejaba pedalear. Tuve que enroscar una camiseta alrededor de mi cabeza y cubrirme la boca y la nariz para poder respirar. Una sensación asfixiante, espantosa.

La odisea duró largo rato hasta caer el sol cuando finalmente alcancé un pueblito pequeño y bastante tranquilo, evidentemente dependiente de un par de industrias a su alrededor, ubicado sobre el desierto pero ya al pie de las montañas. Gente muy amigable y curiosa, en su mayoría Han y de clase netamente obrera, gente trasladada allí desde diferentes pueblos rurales de la región, lo que resultaba evidente debido a la diferencia de acentos y dialectos con los que me encontré al hablar con ellos y los cuales me dificultaban la comunicación. Cubierto de tierra y arena encuentro lugar para dormir, justamente un hospedaje para obreros donde me reciben muy amablemente y en cuyo patio, en un rincón posando sobre una montaña de chatarra encuentro la solución temporal para mi carpa, un trozo de manguera lo suficientemente rígido para contener la presión de la varilla quebrada y lo suficientemente flexible para poder articularse junto a ella. Dormí feliz!

208km

Total: 817km

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Saliendo del pueblito bien temprano arranqué en dirección sur directo hacia las montañas para entrar en la provincia de 青海 Qinghai pero al cabo de 20km me topé con el primer problema con la policía. Atrincherados en una casilla con barrera me detienen y preguntan a dónde voy; les digo que voy camino a 祁连 Qilian, pero me dicen que en ese camino por el que quiero ir no hay nada y que no puedo ir sin un permiso especial. Me quedé discutiendo media hora pero como buenos discos rayados, la policía china no da ninguna respuesta sustancial y me cansé de insistir porque no tenia tiempo para perder. Decidí volver al camino anterior e intentar entrar más adelante por otro lugar. Poco antes del mediodía antes de alcanzar la pequeña ciudad oasis de 嘉峪关 jiayuguan, dí con el primer tramo de la Gran Muralla en el desierto de Gobi, fragmento famoso por ser el primer paso occidental de la misma, construido se estima en 1372 por la dinastía Ming y punto clave para detener el avance de los ejércitos mongoles. Más allá de tanto palabrerío generado alrededor de este punto de la Muralla, al menos visto desde la bici, no parece realmente impactante así que una vista rápida fue más que suficiente para seguir adelante. 嘉峪关 Jiayuguan resulta un lugar muy ameno, un verdadero oasis donde la gente sonríe bajo las sombras en calles arboladas que protegen de un sol que no perdona y donde me puedo comer tres platos de deliciosos fideos de 甘肃 Gansu para recobrar energías.

A pesar del malestar que traía por haber sido devuelto al desierto por la policía me encontré con la gran sorpresa de un camino maravilloso. Luego de 嘉峪关 Jiayuguan el camino se transformó en una suerte de franja fértil que me acompañó por el resto del día. Lo más increíble de pedalear a lo largo de este extenso camino es que es un gran fuelle, donde miro a mi izquierda y allí adelante donde termina el área sembrada retoma el horizonte muerto del desierto inhóspito, y miro a mi derecha y el horizonte es una inmensa muralla de picos nevados, aquella muralla es el final del altiplano tibetano, el altiplano más grande del planeta que se extiende desde India y Nepal a un promedio de 5000mts de altura hasta aquí a mi derecha, donde termina abruptamente a los pies de este fuelle que en pocos kilómetros deviene en el desierto de Gobi.

Esta franja es un oasis continuo, con árboles que protegen del sol y refrescan el aire y donde la tierra parece ser cultivada hasta el último milímetro de espacio fértil disponible y donde lo más maravilloso es el continuo de pequeños poblados que viven de esta estrecha franja, donde se respira la tranquilidad pueblerina de sus habitantes que muy relajados sentados en las esquinas entre amigos juegan a las cartas, viendo la vida pasar como si la semana fuera un eterno domingo a la tarde. Es a lo largo de estos pueblos donde también empiezo a tener los primeros encuentros con una de las principales etnias islámicas de China, los Hui.

En ellos aprovecho para hacer pequeños descansos para comer mucha fruta y disfrutar de conversar con la gente…o no tanto, ya que aquí a pesar de que les llamo la atención, la gente parece estar tan sumida en los juegos de cartas que aún sentado alrededor de ellos apreciando su juego parecen no querer distraerse; basta con entablar conversación con uno para que en breve sus amigos le llamen la atención para que no se desconcentre. En estos pueblos el tiempo parece ser un factor ajeno que transcurre por mundos paralelos y que nunca los afecta; se siente una belleza atemporal, una verdadera sensación de retroceder décadas en las costumbres, en los gestos, en las vestimentas, en los accesorios. Los hombres mayores, de edad incalculable, disfrutan de una aparente inmortalidad y devuelven sonrisas pacíficas vistiendo aquél insulso y modesto atavío maoísta de antaño; pantalones, saco y boina azules oscuro que visten todos los días como el uniforme obligado.

A lo largo de pueblito tras pueblito hago los últimos 100km del día hasta alcanzar nuevamente la soledad total y la ausencia de sonidos, con un sol que ya pisando el horizonte devuelve un cielo desnudo de colores ilimitados e impecables. Es la noche perfecta para acampar, pero decido no hacerlo, me alejo del camino un puñado de kilómetros y en plena intemperie, bajo un manto de estrellas tiro mi aislante y me encierro calentito en mi bolsa dormir, no hay nada alrededor más que mi bicicleta y el frío sólo roza mi nariz, mientras mis ojos se van cerrando intermitentemente como intentando no dejarse vencer por el cansancio antes de que termine esta increíble película que tengo allí arriba, viendo pasar miles de millones de manchas celestiales estrelladas y estrellas fugaces. Si alguna vez de niño soñé con ser astronauta para llegar al espacio, esta vez, creo que fue lo más cerca que estuve. Totalmente extenuado me dormí profundamente con una sonrisas dibujada en mi boca.

Completados: 248km mi record (calculo que unas 14 hs de pedaleo)

Total: 1065km

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No acampar valió la pena cada minuto antes de dormir, pero despertar con rocío en la cara en un amanecer helado no tanto. De todas formas los primeros rayos del sol comenzaron a devolver el calor casi inmediatamente. Otro beneficio de dormir a la intemperie es ahorrarse el tiempo que uno necesita empacar a la mañana del día siguiente antes de salir, que a veces es una de las cosas que a uno más le pesan hacer. Necesitaba arrancar temprano y rápido ya que sería el día en el que comenzaría a ascender al altiplano tibetano. El día comenzó con un día radiante mientras pedaleaba a lo largo de los últimos arados.

Mientras uno pedalea, muchas cosas pasan por la cabeza, desde pensamientos negativos cuando uno se ve afectado por el extenuamiento y la adversidad hasta pensamientos felices cuando uno recuerda los buenos momentos de la vida. También hay momentos en los que uno tiene que matar el tiempo ya que los días son largos y a veces no hay mucho para ver o no muchos poblados y uno se las tiene que rebuscar para entretenerse mientras pisa el pedal una tras otra vez de manera monótona y constante. Y es en esos momentos de aburrimiento donde uno hace lo que en Argentina llamamos "boludeces", cosas estúpidas como la que se me ocurrieron aquél día. Estaba completamente solo en la ruta, el tráfico casi nulo y el sol tenía un lindo ángulo que proyectaba una linda sombra mía y de mi bici sobre el camino entonces se me ocurrió la idea de tomar una foto de mi sombra sin tener que bajarme de la bici ni parar de pedalear. Mi cámara va siempre colgada pegada a mi cuerpo, el problema es que con su lente pesan 2kg y no es fácil de manipular con una mano. Cuando trataba de apuntar hacia mi sombra mi brazo izquierdo bloqueaba la sombra y fue ahí cuando tuve la brillante idea de intentar sostener el manubrio y conducir la bici con mi mano izquierda sobre el lado derecho de manera de poder capturar la sombra. Al hacer dicha maniobra, casi instantaneamente al posar mi mano izquierda sobre el lado derecho, perdí total control y me fui de lleno de boca, rodando por el terraplén de ripio y cactus y abrojos (ya que el camino estaba elevado) hasta 10mts más adelante donde me detuve. Me levanté todo raspado, rasguñado y lleno de polvo, agradecí el infinito valor de llevar una cámara profesional que está preparada para recibir golpes aunque consideré un milagro que saliera intacta. Lo más curiososo al tratar de despegar mi cara de las piedras fue ver la curiosa pose en la que había quedado mi bici antes de que yo saliera despedido.

Me llevó 15 minutos sacarme todos los pinches de los muslos y el culo, y la cadera me dolió las dos semanas siguientes. Amigos.....NO INTENTEN HACER ESTO EN SU CASA! Mensaje sabio de un idiota.

Tercera etapa: Provincia de Qinghai 青海省

Como si esto fuera poco finalmente llegué al pie de la zona montañosa y el clima se opacó en muy poco tiempo. El cielo se encapotó, la temperatura bajó y empezó a lloviznar, como si el ascenso fuera poco encima la lluvia. Iba abrigado con mi ropa de lluvia pero mi punto débil era el calzado, un par de zapatillas con suelas completamente agujereadas por donde entraba el agua. Esto me significó frenar hasta media hora debajo de algún árbol o en algún corral lleno de olor a bosta que me protegieran pero me vi ante la siguiente situación: primero, el día anterior (sumado a la acumulación anterior) había exigido mi cuerpo demasiado y me estaba comenzando a pasar la factura, no quería pedalear, me dolían mucho las rodillas y sentía como una especie de fatiga desmotivadora, un profundo descontento y mal humor; segundo, cuando paraba por la lluvia para no mojarme perdía el calor al instante y comenzaba a tiritar sin piedad; tercero, si seguía pedaleando me mojaba pero al menos podia mantener el cuerpo caliente y no enfermarme; cuarto, los días de camino plano habían terminado, todo era ascenso y mi cuerpo no quería ascender y menos con lluvia; quinto, me dije, hago dedo y que me levante alguien hasta el próximo pueblo. Pero en un camino con tan poco tráfico y solitario nadie me servía o me quería levantar. No me quedó otra que seguir, y comencé a ascender seriamente, lento, pesado, la altura que me empezaba a ahogar, la puta lluvia de mierda, lluvia de mierda, lluvia de mierrrrrrrrrrrrda; de esas lluvias que no son fuertes pero que se prolongan por horas, me corría agua por la cara, se metía por el cuello, las manos, piernas y pies mojados, un humor espantoso, de esos en los que la mente se fuerza para decir sí, mientras el cuerpo dice no, basta, dejáme en paz. Y uno lucha, lucha contra la adversidad, la mente te trastorna, el tiempo no pasa, el clima empeora, no sólo llovía sino que alcancé nubes bajas mientras ascendía y ya apenas se veía 20 mts adelante, acaso esto sea un beneficio para evitar la ansiedad de mirar adelante e intentar vislumbrar cuánto falta. Ni un puto cartel que indicara a cuánto estaría el próximo pueblo, el ascenso serpenteante que no parece dejar de ascender y el frío, el frío de la altura con el cuerpo mojado. Me llevó unas 5hs de sufrimiento alcanzar al final de la tarde el pueblito de 峨堡 ebao a 3600mts. Llegué y me alojé en el único hospedaje de camioneros. Clima de mala muerte en un pueblo que consistía en un grupo de casas, gente de mal humor y una estación de policía. Ni bien me registré en el hospedaje me puse ropa seca y entré a tomar mucho té para entrar en calor.

Salí, crucé la calle en lo que parecía un pueblo desierto entre las nubes y entré a la primera cantina que vi. Me senté junto al fuego y esperé los tres platos de comida que pedí. En breve entró la policía y me piden permiso para hacerme unas preguntas y me dan un formulario. Aparentemente el hospedaje está obligado a informar a la estación sobre la entrada y salida de personas. Me preguntaron de dónde venía y hacia a dónde iba. Les dije que iba a 祁连Qilian (a donde no me habían dejado ir días atrás). Me hicieron llenar un formulario, me sacaron una foto y cordialmente se despidieron. Mientras devoraba mis tres platos imaginé que el día de mañana tendría problemas y debía pensar en una alternativa para seguir adelante. Al salir, vi que en el desvío a 祁连Qilian había una barrera con guardas. Me metí en mi cama bajo 6 colchas, prendí la manta eléctrica y antes de las 20hs ya estaba durmiendo.

130km (12hs de pedaleo)

Total : 1195km

ChinaNicolás Marino