~10.000 km en bicicleta. De Tehran a Shanghai vía Asia Central - Subcontinente Indio.
Viajar en bicicleta transformó mi vida. Viajando de este modo descubrí la manera más sublime y profunda de conocer el mundo y en gran parte, de conocerme a mí mismo. Alcancé nuevas dimensiones de relación con la gente y la cultura que visité viviendo situaciones que hasta hoy me cuesta creer que fueron realidad. Me hizo sentir emociones de una intensidad inconmensurable y enriqueció mi alma, mi mente y mi espíritu como nada lo había logrado antes.
Personas, emociones y momentos que día tras día se fueron grabando a fuego en mi Ser y que modificaron constantemente una y otra vez, a un ritmo sin descanso, las perspectivas, las visiones, los prejuicios sobre las diferentes contingencias y vivencias que me tocaron y me tocan cada día en esta vida. Y el efecto es ineludible, otra vez la mirada se expandió y me hizo notar una vez más lo infinitamente reducida que es mi visión, que tengo mucho más por delante por aprender y que la verdadera naturaleza de las cosas va mucho más allá de lo que mis ojos son capaces de ver através de lo estrecha que se vuelve la mente. En incontables momentos detenía mi bicicleta doblegado por tanta belleza inexplicable para contemplar mi alrededor y decirme a mí mismo -Dónde estás Nicolás!!!- Luego sacudir mi cabeza, tratar de soltar el eclipse que se apoderaba de mí y darme cuenta que eso ya no era un sueño, sino que era la más concreta de las realidades.
En el nivel personal fue experimentar el más fuerte sentido de la libertad donde en los más profundos momentos de euforia y adrenalina podía sentir que tenía alas, como si estuviera volando, siendo testigo de los paisajes más magníficos del planeta y de la gente más maravillosa que encontré al andar y con la total independencia de poder detenerme donde, cuando y cuanto quisiera y seguir el paso que mi corazón dictara. De repente esta sensación que se acrecentaba con el andar, transformó mi visión sobre los buses y los trenes en cárceles virtuales que me habían parcialmente vedado todo este tiempo de llegar a lo más hondo de los países y las culturas de este mundo.
Entre tanto pasaban los días, iba sumando kilómetro tras kilómetro a fuerza de goces y disgustos sin distincion y podía sentir cómo toda mi mente y mi cuerpo se iban transformando, porque si bien uno como viajero nunca lo busca por no ser la intención final, el viajar en bicicleta indefectiblemente conlleva a desarrollar un físico de atleta y gran vehemencia en las actitudes y en las decisiones. El no desarrollar estas cualidades y el no intentar superar las propias limitaciones a cada pisada en el pedal significa la renuncia. Cuerpo y mente se hacen uno más que nunca para volver estoico al espíritu.
Uno pasa por infinitas situaciones de intensa emoción, alegría, felicidad, embelezamiento pero así también por situaciones de aparentemente arrolladora adversidad, extremo agotamiento y apaleante abatimiento y si bien el estado físico sirve de motor para poder anteponerse, es en la mente donde está el más poderoso de los mecanismos que me hizo seguir adelante, porque es en ella donde aparecen nuestras limitaciones y no en nuestro cuerpo. El cuerpo humano es la más perfecta e inteligente máquina, tiene esa imbatible capacidad de adaptarse a cualquier situación y asegurar su supervivencia. Con el tiempo el cuerpo se va construyendo y haciendo increíblemente fuerte y resistente pero cuando uno lucha para revertir la adversidad es en la mente donde aparecen todas las limitaciones. No hubo prácticamente un día en que no me encuentre en algún punto luchando en relación directa conmigo y con mi mente y sus intentos de detenerme. Porque las horas pasaban y a veces las cosas se ponían duras y es ahí donde comenzaba el tren imparable de pensamientos y todos los obstáculos y barreras empiezan a hacerse sentir. Uno sigue y sigue y la mente no para, piensa piensa piensa, no para de tirar pensamientos, el paisaje envuelve y maravilla pero uno se vuelve hacia adentro cuando las cosas se ponen feas y el ruido invade....
...de repente todo se transforma en "esto es horrible, por qué lo hacés, podés estar cómodo en un bus, en un alojamiento, en una cama, calentito o fresquito, pasándola bien con otros viajeros, llegarías rápido, no tendrías que terminar abatido el día y tener que acampar, desempacar y volver a empacar a la mañana, estar tan pero tan solo sin nadie a tu alrededor, sin compañía, no tenés que cocinar, lavar tus ollas, te podrías dar una ducha hermosa y no ahogarte en tus olores más profundos cuando te metés en tu bolsa de dormir ni estar bajo infinitas capas de tierra. Y si estás así de aislado y a tu familia o a tus amigos les pasa algo y no te enterás? y si esa persona que dejaste en tu país se fija en otra persona porque vos estás ausente por días? Si tenés un accidente quién se entera?, por qué hiciste determinadas cosas en el pasado? por qué tomaste determinada decisión? por qué te paso esto o aquello? .....
Mi físico respondía pero todo pasaba por mi mente, estas corrientes de pensamiento fluían sin cesar, en todo encontraba limitaciones, en todo barreras, y para cada cuestionamiento me daba mil razones para dejar lo que hacía, para encontrar placer fácil, para dejarme llevar por apariencias ilusorias de miedos y placeres sencillos e instantáneos. Pero hay mucho más detrás de estas limitaciones superficiales y es esa capacidad de abstraerse o dejar fluir los pensamientos incesantes sin colgarse ni detenerse en ellos, la que permite encontrar un espacio donde todo pensamiento desaparece, la mente encuentra la paz y serenidad necesarias para revertir la "adversidad", para no sucumbir ante meros pensamientos ilusorios, y absorbe con inconmensurable adaptación la sensación y la vibración del momento presente, lo único que es real. Todo pasado arrastrado, toda posibilidad futura buena o mala, todo cuestionamiento desaparecen y uno siente electricidad en el cuerpo, siente que la sangre hierve y que las burbujas ruedan a miles de kilómetros por hora descontroladamente dentro del cuerpo, la euforia es total y el grado de goce no tiene parecido. Y aquí el cuerpo vuelve a entrar en acción, genera más energía que nunca. Porque el físico también cambió y se transforma todos los días, los músculos crecieron en volúmen y se fortalecieron como nunca, la grasa desapareció hasta el mínimo y el cuerpo demanda fuentes de energía como nunca antes y que no demora en absorber en un abrir y cerrar de ojos. La respiración es intensa, los pulmones se sienten expandidos e inflan el torso, el deseo sexual por momentos es desesperante. Las endorfinas y la adrenalina generadas producen una química fabulosamente placentera, sólo equiparable a un placer orgásmico pero que a diferencia del mismo, espasmódico y efímero, tiene un espacio y un tiempo que es continuo y parejo y que no termina hasta que uno lo suelta, permaneciendo en la mente, en el cuerpo y haciéndolo parte de él. Esta sensación se apodera de uno hasta el punto de que, si bien uno necesita parar a descansar, al poco tiempo de descanso comienza un reclamo interno instantáneo, es como una sensación de inquietud que se hace presente, como cosquillas, como un hambre invisible, el cuerpo empieza a pedir más de lo que le venías dando. No soy médico ni científico, estoy seguro que muchas de estas cosas hoy en día tienen una explicación que exceden mi conocimiento, pero estoy seguro que hay mucho más que explicaciones científicas para esto.
La mente va y viene, fluctúa siempre y como dije antes aparecen emociones y limitaciones que me hicieron triunfar o caer pero siempre al final del día se hizo más fuerte y a su vez más tranquila, más serena.
y mi papá, cuando yo era chico y me enseñaba a nadar en el mar solía decirme ...."si algún día te lleva la corriente mar adentro lo primero que tenés que hacer es no asustarte por el momento y serenarte y nadar fuerte cuando vienen las olas y qeudarte quieto cuando se van, así despacito vas a llegar de vuelta a la orilla"....es un mensaje y una enseñanza que siempre llevé conmigo toda mi vida y la apliqué a infinitas situaciones porque el recordarla me hace acordarme de que sin paz ni serenidad en la mente los aparentes obstáculos y adversidades nunca pueden ser revertidos ni superados y eso lo aprendo a las buenas y a las malas a cada paso que doy en mi vida. Las limitaciones fueron barridas una y otra vez, es cíclico, pasa todos los días, todas las semanas, todos los meses, a cada paso y a cada paso confirmé la veracidad de lo que hoy escribo.
Vivir, viajar y viajar en bicicleta y hacerlo solo, más que nunca produjo el inevitable encuentro conmigo mismo. Un encuentro que yo trato de buscar a cada minuto porque sólo conociendo como uno funciona es que uno puede seguir adelante, entendiendo, comprendiendo, aprehendiendo y aprendiendo
Hace ya casi un mes que desembarqué en Shanghai, China, mi nueva ciudad, la ciudad en la que elegí vivir en este momento. Luego de un tiempo de transición encontré mi nuevo hogar y ya estoy casi casi en la vida cotidiana trabajando en múltiples cosas, estudiando, investigando y todo está volviendo a la normalidad. Una normalidad que en realidad es tan distinta a la normalidad previa a este paso que di y las cosas empiezan de a poquito a estabilizarse y es en este punto donde uno entra en una suerte de "caída emocional intensa". Es una sensación que ya conozco y que experimenté al final de cada viaje una vez en casa. Es natural, los niveles de adrenalina descienden y la diferencia se siente, uno tiene que volver a equilibrarse viviendo sin ellos. Luego de esta travesía de 7 meses en bicicleta donde me vi envuelto en las más profundas fusiones con las culturas y los paisajes que atravesé y visité, luego de 10 meses de andar por el mundo y de sumar a mi corazón una partecita de cada persona que conocí y aportó algo a mi vida y a mi pensar, luego de cada paisaje con el que me deslumbré, luego de tantas limitaciones superadas, es difícil volver a la vida cotidiana.....por momentos añoro desesperadamente volver a la soledad en algún paisaje perdido en el desierto o las montañas, poder volver a sentarme a tomar un té cuando recién termino de acampar en el medio de la nada y poder contemplar el atardecer en la más absoluta de las solitudes siendo testigo de un paisaje magnífico. Mi bicicleta, mi "casita" y yo.
Pero todo, todo está dentro mío porque hoy.....hoy cierro mis ojos y estoy sentado en Imam Sq maravillado con la mezquita Sheik e Lotfollah y comparto una cena con iraníes, los abro y estoy felíz en Shanghai, los cierro y todo lo que "veo" a mi alrededor es el hostil desierto del Karakum y me veo luchar contra la dureza del mismo, los abro y estoy felíz en Shanghai, los cierro y vuelvo siglos atrás en Bukhara y sus madrasas y un vecindario entero en el valle de Fergana me brinda una hospitalidad que me deja sin palabras, los abro y estoy felíz en Shanghai, los cierro y estoy solo, enfrentándome a mi mismo perdido en las cordilleras de Kyrgyzstan siendo recibido en un yurt con una dulce familia de pastores Kyrgyz, los abro y estoy felíz en Shanghai, los cierro y la magnificencia sublime del escenario más dramático del planeta me deja infinitamente pequeño y estupefacto cuando lucho todos los días para remontar la Karakoram Highway, los abro y estoy felíz en Shanghai, los cierro y volví a India donde me sentí como en casa llevando la espiritualidad un paso más allá, los abro y estoy felíz en Shanghai, los cierro y en las playas paradisíacas de Sri Lanka me toca lidiar con la situación más fea que probablemente me tocó vivir, los abro y estoy felíz en Shanghai, los cierro y paso un increíble año nuevo con una amiga como pocas en Bangkok cuando mi travesía llega a su fin, luego de 8447 km en bicicleta.
Infinitos momentos que sublimaron mi alma, inflaron mi pecho hasta hacerlo rebalsar de mariposas, una sensación tan hermosa como la que uno sólo tiene cuando se siente enamorado, enriquecieron mi persona, me hicieron crecer, me hicieron conocerme más y más a mi mismo y sobre todo....me hicieron descubrir que había más dentro mío de lo que sabía....
hasta el próximo viaje...
nico
NOTA Actualización 2010: Shanghai fue mi hogar por un año y medio. Actualmente llevo un año viviendo en la ciudad china de Chengdu, una ciudad verdaderamente china.