Visité Tailandia por primera vez en 1999, como parte de mi primer viaje por Asia. En ese momento su apogeo estaba comenzando y eramos muchísimos menos aunque ya bastantes,los que visitábamos el país en ese entonces. Ya se venía hablando hacía años en los medios, sobre "los tigres del sudeste asiático" refiriéndose al crecimiento económico enorme que se daba en países como Singapur, Malasia y Tailandia. Pero mi percepción en 1999 y también en mi segunda pasada por el país en 2001 y mi tercera en 2002, jamás me había dado la impresión de estar en un país que manifestara dicho crecimiento aunque sí se notaba un avance entre estos 3 años pero que tampoco era un salto tan cualitativo. Es decir, se notaba que había partes que estaban bien pero había muchas otras que no tan bien y había fuertes contrastes como en todo el mundo sub-desarrollado y si los medios decían tigre, lo cual aplicaba definitivamente a Singapur o Malasia, yo prefería pensar en Tailandia como todavía un gatito.
Y para este fin de año 2006-2007 decidí hacerme una pasada, luego de Sri Lanka y ya en camino a China, ya por cuarta vez por dicho país, porque no sólo iba a ser encontrarme con amigos viajeros que conocí hace años por el mundo y con los cuales pasar en buena compañía año nuevo, sino porque desde el primer día que pisé Tailandia hace 8 años me enamoré del país y de su gente, y tiene el valor agregado y emotivo de ser junto con Hong Kong,los dos primeros puntos por los que viajé por Asia, mi más amado continente.
Volver a Bangkok sería como volver a "casa", una ciudad que conozco de punta a punta y por la cual he vagado por días y días por cada uno de sus rinconces en tantas visitas y en la cual me muevo muy cómodamente. Pero esta vez sí fue un golpe fuerte volver. Tailandia realmente cambió y creció, pero aún más, a diferencia de otro países, se desarrolló.
El primer golpe fue al instante. Luego de tres horas y media de excelente vuelo y servicio en Sri Lankan Airlines desde Colombo, aterrizaba en el nuevo aeropuerto de Bangkok, inagurado hace no mas de 3 meses, en Octubre 2006. Venía agotado, había pedaleado los últimos 55 km desde Colombo hacia el aeropuerto en el enfermizo, destructivo y poluído tráfico de Sri Lanka y mi vuelo salía a las 2 am. Las pocas horas de vuelo, más el momento de la cena hicieron que aterrizara a las 7 am de Bangkok prácticamente sin dormir.
Pero ni bien me bajé me desesperté de un saque al encontrarme en esta nueva maravilla arquitectónica última tecnología, de múltiples desniveles de hormigón, vidrio y acero inoxidable, jardines interiores, corredores infinitos que dan forman al nuevo aeropuerto. Su tamaño es colosal y su diseño, fabuloso y era difícil asociar este gigante con el pequeño país al que estaba entrando. Atravesándolo en camino a la salida pensaba para adentro...mmm acá
hubo un cambio grande.
Y efectivamente, salí pedaleando y a medida que iba entrando en la ciudad no paraba de sorprenderme con los cambios enormes que veía y los que seguiría viendo durante los 10 días que me quedé.
La ciudad estaba impecable, el tráfico, a pesar de seguir sufriendo embotellamientos continuos, es hiper ordenado y se respetan carriles y velocidades. Venía ya de meses y meses de pedalear en tempestades de tráfico brutales y desquiciados sobre los cuales ya les hablé tanto, pero ahora me encontraba pedaleando por una metrópolis enorme como Bangkok y no podía creer cuando me daba cuenta que tenía autos detrás mío que venían siguiendo mi paso porque no me podían pasar y así me seguían por cientos de metros sin tocarme bocina ni una sola vez ni arrebasándome frenéticamente.
El clima estaba perfecto, radiante, 27ºC, diciembre (pleno invierno) siempre fue el mejor momento para visitar Bangkok y me adentraba en el centro de la ciudad. Los rascacielos acristalados (aunque de cuestionable diseño) brotaron por doquier. Decenas y decenas de hoteles de ultra lujo, donde se estacionan Mercedes Benz y BMW de última generación en sus suntuosos lobbys, aparecen cuadra tras cuadra. Entre rascacielos y hoteles de lujo, se intercalan monstruosos shoppings de última generación de entre 2 y 3 manzanas de tamaño. Están todos....quienes? Mc Donald's, Starbucks, Prada, Luis Vuiton, Armani, Gucci, Dolce & Gabbana, etc etc....Entre medio de la masa construida se cuela como una serpiente de hormigón "volando" a alta velocidad, el Skytrain, el tren de última tecnología por el cual uno puede moverse de punta a punta.
Y por las calles, para mi desencanto y posterior desasosiego, circulan turistas, miles y miles! Creo que tantos turistas occidentales como tailandeses. Seguí mi camino hasta el borde del río donde se encuentra el legendario lugar donde paramos los viajeros pero me encuentro con un lugar desbordado ya de los mismos y también de turistas! Más, muchos más!! qué pasó?? que descontrol y que horror, esto ya es una invasión!
Y realmente lo es y peor aún, durante los 10 días que pasé en Bangkok tuve la tristeza de ver que el país se llenó del turista lacra, el turista que destruye, el turista ignorante que no tiene ni la más mínima apreciación ética ni estética por la cultura que visita y la gente que le está abriendo las puertas de su casa, el que no entiende ni le importa entender, el que va y se encierra todo el día en un shopping y come la misma comida que en su país en restaurantes de lujo. Son de todo el mundo, la mayoría de Europa y Norte América. En el otro extremo están los que se creen viajeros por sólo colgarse una mochila al hombro, que viajan con poco presupuesto y que van a Tailandia a emborracharse todas las noches y gritar toda la noche en grupete. Peor aún, se creen que están en un lugar exótico, cuando viajar por el Tailandia hoy en día es tan comfortable, organizado y fácil como viajar por Europa.
Pero no todo es así de horrible! y menos en Tailandia, un país tan maravilloso. Lo bueno es que, son muchos pero no son todos, de hecho son menos de los que parecen, solo que hacen mucho ruido y hacen que parezcan mas, y lo mejor es que estas masas son tan predecibles que se las encuentra siempre aglutinadas en los hormigueros de turistas y se mueven sin salirse del camino. Solo hace falta tener la suficiente cabeza para caminar 2 cuadras en otra dirección y encontrarse solito una vez más entre locales y disfrutando de los sabores y costumbres que no fueron arrasados por el turismo descontrolado. Y en estos lugares es en donde uno puede disfrutar de la esencia de Bangkok o lo que queda del viejo Bangkok, el de canales pequeños al borde de los cuales se apostan casuchitas de madera muy pobres a las cuales se llega por laberínticos callejones! Que placer andar por estos lugares que son un espacio urbano único y hermoso y que el nuevo Bangkok está destruyendo a pasos agigantados.
Los tais, y me saco el sombrero ante ellos, siguen siendo simplemente ADORABLES, es increíble que a diferencia de muchos países en los que el turismo destructivo ha transformado el caracter de la gente para volverla más violenta y despreciativa, en tailandia con semejante invasión occidental, los tais sigan siempre mirando y sonriendo, sonriendo con alegría y genuninamente. Y se los ve bien, y ellos dicen que están bien. El país creció pero se desarrolló y la gente está mejor en todos los niveles, no sólo mejor en el minúsculo porcentaje de tantos países sub desarrollados, entre ellos el mío.
En todos los niveles se ve la mejora y no dejé de preguntarme cómo lo lograron, o como lo están logrando y creo que mi más convicente conclusión a la que llegué es la educación. En realidad no creo que sea ningún misterio pero cuando hay educación todo mejora y sobre todo la calidad de vida de la gente. Y los tais son orientales, y tienen esa misma mentalidad del estudio y el esfuerzo que en el resto del Este de Asia.
Un jóven ingeniero estructural irlandés que conocí en Sri Lanka me contaba sobre su año de intercambio en la universidad en Bangkok: "fue muy difícil, no les podía seguir el ritmo a los tais, son máquinas de estudiar, es imposible seguirles el paso".
Y los tais aman y adoran a su rey, el mismo es idolatrado y se lo ve en portales enormes por doquier en toda la ciudad, de imagen humilde y mirada furtiva, vestido en su gran tapado amarillo brillante color oro, los tais le atribuyen a él la visión que llevó al éxito aplastante del país.
En este transformado Tailandia recibí el 2007, entre buenos amigos de Australia y mucha otra gente. Fue una fiesta hermosa y muy divertida, en la calle, con el clima perfecto, de los mejores años nuevos que recuerdo.
Fue hermoso una vez más pasar por Tailandia, país al que podría seguir volviendo repetidas veces. El gatito que había visto en 1999 ahora se transformó en un tigre y no tiene intenciones de volver atrás. Este país, absorbido por occidentales y su cultura, le trae cambios fuertes pero por ahora creo que los tais lo están manejando bien.
No todo es color de rosa, el país sigue teniendo un gran porcentaje de población rural pobre y la prostitución, sobre todo la infantil (histórico problema del país y la región) siguen abundando. En ciertos sectores de Bangkok, por las noches, si uno se desvía de los hoteles de lujo y por los callejones correctos, dando un par de vueltas, uno se puede encontrar con lascivos sexagenarios europeos paseando, tomando de la mano niñas de 11 a 15 años. No no, no las adoptaron, no las sacan a pasear para ayudarlas, no no, se las van a coger! Si, lo digo así cruda y búrdamente porque estos animales que probablemente vistan traje y corbata en su oficina en Europa siguen viniendo a Tailandia desde hace décadas para dar rienda suelta a su más inmunda perversión, donde lamentablemente todavía pueden hacerlo y por un precio menor al de una propina de café en cualquier capital europea. (aclaración: esto por su puesto no se limita a europeos pero son gran parte de estos monstruos!)
Decidí no ir a las playas del sur como tenía planeado y quedarme en "mi Bangkok", si la ciudad estaba así, no quería irme a una playa de arruinado paraíso con masas de occidentales donde es mucho más difícil escapar. Por otra parte tuve tiempo de conocer más y más a fondo la ciudad, alrededor y através de la cual pedalié 400 km en 10 días, sólo en vueltas por la ciudad. También fue tiempo de descanso y para organizar cosas ya que esta etapa esta por cerrarse pronto y dejar a Nandi, mi bici, para un full service super necesario despues de 8500 km ! POr otra parte, por qué me gusta tanto Tailandia? La comida POR SUPUESTO!!. La cocina tailandesa está hace años cómoda entre mis favoritas, es deliciosa y básicamente me pasé los días comiendo y deleitándome con ella.
y ahora ya llevo dos días en la suprema Hong Kong, la gran transición a China finalmente comenzó, el gran momento de asentarme en la otra punta del planeta llegó y no es fácil y son muchos los nervios y las ansiedades que cruzan mi mente en estos días pero demás está decirlo, es fuerte, es hermoso, es adrenalina pura y a su vez tan distinta a la que he experimentado tantas veces durante los 10 últimos meses en las rutas de Asia, la nueva etapa está por comenzar....