Uno de los días más excepcionales de mi vida entera estaba llegando a su fin. Ese tipo de días que son magníficos porque ofrecen todo lo que uno se imagina pero, aún más importante, todo lo que uno jamás hubiera podido imaginar. Cuando el mundo supera todas tus expectativas, lo que deviene es la plenitud, y en ese estado, con una sonrisa dibujada de oreja a oreja, llego al único y último pueblo selva adentro, antes de la base de WCShacia donde me dirijo. Tengo entendido que es aquí donde debo sellar mi pasaporte para dejar el país al día siguiente.
Todo parece tranquilo en este pequeño y remoto pueblo de pigmeos y bantúes a orillas del Sangha, donde es imposible distinguir una choza de un posible puesto de migraciones. Hasta allí, llegaré empujando la bicicleta por senderos de barro descendiendo al río, guiado por un pigmeo simpático que entendió hacia dónde tenía que ir. Una vez allí, lo que usualmente debería ser una sencilla formalidad, se transformó en algo también inesperado, pero esta vez en el sentido opuesto.
En medio de una espesa vegetación, ya cerca de la orilla del río, llegamos a una precaria cabaña de madera separada del resto del pueblo. Mi amigo pigmeo me dice que es allí, pero a mí me parece que no hay nadie. Al entrar y llamar, escucho ruidos de la habitación contigua, similares a los de alguien levantándose de la cama. En breve, un joven de menos de 30 años vistiendo shorts y camiseta, aparece detrás de la cortina que cuelga del torcido marco sin puerta. Con un enérgico saludo y una sonrisa me recibe:
¿Cómo estás? Qué sorpresa! ¿Qué hacés por aquí? ¿Vienes en bicicleta? Qué bien qué bien! ¿y en qué te puedo ayudar? - Pregunta - Me llamo Eric.
Encantado con su simpatía le pregunto si es allí donde debo sellar el pasaporte ya que al día siguiente pienso cruzar a la República Centroafricana.
- Sí! Claro, aquí es, por supuesto. No hay ningún problema, ven por aquí, toma asiento - Me dice señalando a una silla rota de madera. Mi amigo pigmeo, en vez de volver a su choza, no salía del asombro por mi presencia y se queda allí al lado mirando.
Eric se sienta detrás de su escritorio de madera chamuscada con patas torcidas, y mientras hojea mi pasaporte sigue con su discurso simpático, preguntando más de lo que me resulta habitual en los cruces de frontera. Cuando le comento que voy hacia la base de WCS a encontrarme con Andrea Turkalo, me interrumpe efusivamente:
- Andrea!!! Claro claro, una gran mujer, amiga mía, pasa mucho por aquí también. Ayer mismo a la tarde pasó. Ella ya está en la base desde ayer. Es más, ¿me harías el favor de llevarle esta gorra que se olvidó? " -
Le sonrío y le digo que desde ya, que no hay ningún problema y tomo la gorra.
Siempre tengo toda la predisposición del mundo para charlar con los oficiales de inmigración, pero en este caso comienzo a inquietarme porque es el final de la tarde y aún me quedan 32 km de selva por cruzar para llegar a la base. Cuanto más rápido comience, menos tendré que pedalear de noche con los riesgos que eso implica, y en el trópico el pasaje entre el día y la noche ocurre en un abrir y cerrar de ojos.
Finalmente, luego de la amable charla, Eric dice, pasaporte en mano y sello con almohadilla al lado:
- Bueno, perfecto! Serán 5000 CFA (~8 us$) - Ya en un tono serio
- Jajaja! Muy simpático! - Me río, me recompongo y respondo - Yo no tengo que pagar nada por sellar mi pasaporte así que por favor.....- Y le hago el gesto para que proceda, sabiendo ya que estoy lidiando con un nuevo corrupto.
- Sí, aquí que tienes que pagar - Me dice convencido
-Bueno mira, yo sé que no tengo que pagar nada y hasta que no me selles el pasaporte, no me iré de aquí. Yo no te voy a pagar nada - Le digo ya con tono serio para que deje de joderme, porque no tengo tiempo para perder
-Entonces de aquí no te irás- Concluyó firme
- Sí, me voy a ir y me tengo que ir, y no puedes negarme el sellado. Así que por favor, sella mi pasaporte que me quiero ir ya. Esta no es la primera vez que salgo del Congo. Como verás, yo tengo visa de residencia, y yo ya salí de este país y volví a entrar y nadie me ha cobrado nada.
- Yo no sé cómo será en las otras fronteras, pero para salir de acá tienes que pagar la tarifa - Insiste tranquilo sabiendo que no va a sellarme nada hasta no conseguir su dinero extra
- Mirá, este es un solo país, y las reglas no varían de frontera en frontera. Procede a mirar la salida anterior y mira que yo no soy un turista, yo soy residente de tu país, y entro y salgo todo el tiempo de aquí - Aprovechando mi circunstancial visa de residencia, la utilizo una y otra vez para intimidarlo y finalmente le pregunto - A ver, explicame por favor ¿por qué dices que tengo que pagarte 5000 CFA?.
- Por aquí es así, no tienes tu visado de salida y lo necesitas. Para poder sellarte, primero debo hacerte el visado de salida y aparte.... - Continúa, inventando un gran discurso absurdo de excusas artificiales y mentiras.
- Mira, yo ya te lo dije, yo no necesito nada de lo que estás diciendo, yo conozco este país, yo soy residente, por favor, séllame de una vez que es tarde y me tengo que ir -
Voy de a poco perdiendo la paciencia por la presión del tiempo. Me han pedido dinero decenas de veces en las fronteras de Africa pero nunca se me han plantado así con esta terquedad y hasta me he despedido de los mismísimos corruptos con una sonrisa recíproca. Pronto será de noche y ya sé que por este imbécil ahora tendré que pedalear en la oscuridad de la selva, cosa que habiendo visto las víboras de hoy y demás peligros, prefería no hacer.
- No te voy a sellar hasta que no pagues la tarifa - Insiste
- A ver, explicame de vuelta, una vez más. Yo sé que no necesito nada de lo que tú me dices. Entonces, ¿Por qué insistes con que tengo que pagar? -
- Porque lo digo yo ! - Se plantó enojado
- ¿Lo dices tú? Pero si tú no haces las leyes de este país - Le digo lanzando un respiro de ironía y cierto desprecio - Así que por favor, séllame el pasaporte -
- No te lo voy a sellar, y no me importa, aquí mando yo! Lo digo yo y tienes que pagar la tarifa - Me dice en tono altanero.
- Mira, yo conozco mucha gente importante en esta región - Empiezo ya a hablar mitad verdad y mitad mintiendo como en el póker, a ver si se intimida-¿Lo conoces a Marcel?¿El jefe de la brigada forestal de aquí? Es amigo mío, así que si insistes lo voy a llamar-
- Llámalo por favor, no hay ningún problema - Me dice tranquilamente
No sé a qué conducirá todo esto y me incomoda tener que molestarlo a Marcel, pero me alegro de haberme comprado un teléfono en Brazaville y de tener señal. Jamás hubiera pensado que aquí, en una aldea tan remota, habría una antena. Cuando lo llamo, le explico a Marcel la situación en la que me encuentro y le pregunto si puede hablar con el energúmeno que tengo delante. (Marcel recibió su formación universitaria en Cuba, por gentileza del gobierno cubano. Esto me permite hablarle en español para que el otro no entienda). Le paso el teléfono y ellos hablan en lingalá. El corrupto de Eric intenta también convencerlo a Marcel de lo ridículo de su demanda y luego de varios minutos me devuelve el teléfono. Marcel me dice:
- Nico, mira, estás en una frontera muy remota, y él se atribuye el derecho de cobrarte. No es legítimo pero por favor págale, deja esto atrás y vete. Yo me encargo de pedirle a alguien allí que te devuelva tu dinero -
Alarmado por esto que no esperaba y con el corazón encogido por su voluntad de ayudarme queriendo darme el dinero, le digo - Marcel, esto no es un problema de dinero para mí. El monto es lo que menos me preocupa. No quiero contribuir un céntimo a este delincuente abusador de poder. Te agradezco mucho haber hablado con él, ahora voy a tratar de solucionarlo yo. - Me despido
Ponderando la situación, ya con menos "cartas" en mi mano para jugar y ganar este juego, me quedo unos segundos contemplando mis opciones, mientras lo veo al otro hacerse el estúpido. Finge tranquilidad que desmiente debajo de la mesa sacudiendo sus piernas delatando sus nervios, y hojea mi pasaporte como sabiendo que ganará este juego. Pasado este breve momento me paro y avanzo frente a su escritorio. Me inclino apoyando las manos y le digo serio:
- Bueno mira, está bien. Vamos a hacer lo siguiente. Yo ya sé que lo que me quieres cobrar es ilegítimo y es dinero para ti -
(intenta interrumpirme para agregar más patrañas pero ya no se lo permito )
y continúo - Pero yo ya no tengo tiempo para perder y si insistes, no tengo problema, te pagaré, pero vas a hacer dos cosas. Una, si esto es legítimo a tu parecer, entonces me vas a emitir un recibo con el monto incluyendo tu firma; y segundo, quiero que escribas tu nombre y apellido y número de identificación, porque a mi vuelta al Congo me pondré en contacto con mis conocidos en el ejército en Ouesso y Brazzaville - Sigo mintiendo para intimidarlo.
Su tranquilidad aparente se desdibuja en una fracción de segundo y me dice que él no va a hacer eso. Yo, sosteniendo los 5000 CFA en el aire, y señalando a una libreta con la otra mano le exijo:
- Nombre y apellido por favor - presionándolo
- NO! - contesta alterado
- NOMBRE Y APELLIDO Y NUMERO DE IDENTIFICACION !! - Le insisto levantando el tono y señalando a su cuaderno.
- QUE NO!!! -
Y en ese momento, con una furia desatada, abre el cajón del escritorio, tirando mi pasaporte adentro y volviéndolo a cerrar de un golpe, que arrastra la mesa entera haciendo las patas rastrillar el piso de madera. Esto no está nada bien, y en ese momento me echo para atrás con temor. Él se levanta, empuja violentamente con las dos manos el escritorio haciéndolo a un lado casi al punto de voltearlo, y avanza hacia a mí como una fiera.
Doy dos pasos para atrás hasta que lo tengo a 2 cm de mi cara gritándome, entre las pocas cosas que entiendo: - " Pero ¿quíén te crees que eres blanco? ¿qué vienes a hacer aquí a decirme qué hacer? Aquí mando yo!!! y tú no me vas a decir qué hacer" -
En ese momento me empieza a lanzar puñetazos a los hombros y al pecho. Yo trato de defenderme empujándolo hacia atrás al tiempo que intento mantener mis cabales para no cometer el grave error de golpearlo, porque sé que eso es lo que en el fondo está buscando. Con cada embestida lo empujo hacia atrás para sacármelo de encima insultándolo en español. Por su parte, él deja también el francés para insultarme en lingalá. Finalmente comienza a escupirme y sacudirme y yo me lo saco de encima revoléandolo hacia atrás, gritándole que se tranquilice. Lo amenazo diciéndole que voy a volver a llamar a Marcel. Saco el teléfono y él se vuelve para atrás ofuscado a comenzar a acomodar su escritorio. Lo puedo ver temblar, tanto como yo estoy temblando.
- Marcel, por favor no sé qué hacer, este tipo se ha vuelto loco y comenzó a golpearme! - exclamo tratando de contener la ira y los nervios que apenas me dejan sostener el teléfono.
Marcel me pide que me tranquilice, que me quede allí, y que espere un momento que va a hacer algún llamado a alguien que conoce. Al poco tiempo me llama y me dice que por favor me quede tranquilo, que se acaba de comunicar con un amigo de él en el pueblo y que está viniendo hacia donde estoy ahora mismo.
Cuando corto, le informo que hay alguien que está en camino para ayudarme a resolver esto. Eric y yo quedamos en silencio pero la tensión en el aire ahora aprieta más que el húmedo calor tropical que nos está asfixiando adentro de esta cabaña del infierno. Los minutos pasan pareciendo horas, ambos estamos nerviosos y sudando. Mi amigo, el pigmeo que me condujo hasta aquí, está petrificado. Me da cierta tranquilidad saber que si hoy desaparezco, al menos alguien habrá sido testigo.
Luego de un rato largo de tensión, finalmente alguien aparece en el umbral. Es un hombre de mediana edad con cara de bueno pero que también lleva cierta preocupación. Al entrar, cordialmente nos saluda a ambos estrechándonos la mano. -Soy Jean-Robert - se presenta - Entiendo que hay un problema aquí. He venido a pedido de mi amigo Marcel, vamos a ver si nos tranquilizamos para ver si podemos resolver esta situación.
Jean-Robert se sienta, y yo procedo a explicarle que todo comenzó porque me rehusé a pagar los 5000 CFA que Eric me está exigiendo porque no tienen legitimidad alguna. Que yo ya he salido del Congo y de muchos otros países y que jamás he pagado un céntimo por hacerlo. Luego de escucharme con atención, Eric intentó esbozar algunas palabras para justificar lo que intentaba cobrarme, pero noté inmediatamente que ante la presencia de una persona local con un evidente grado de educación, había cedido.
Después de un momento de silencio, Jean-Robert procede de manera muy calma y pausada a hablarle a Eric, quién mientras escucha con gran pesar, sigue nerviosamente hojeando mi pasaporte mirando para otro lado y sacudiendo las piernas, y dice - Yo creo que ante todo, es muy importante que veamos qué tipo de imagen queremos darle del Congo a nuestros invitados - Habla en términos generales sin acusarlo, apela a su origen y sus principios hablándole de africano a africano, en un discurso que yo lo hubiera aplaudido.
Finalmente, mientras Jean-Robert sigue hablando, Eric, con reticencia y un fuerte enojo que se nota que está haciendo un esfuerzo inconmensurable por contener, elige una página, sostiene el pasaporte abierto con una mano contra la mesa y con el otro moja el sello en la almohadilla para proceder a sellar mi salida y poner la fecha en el sello.
Yo lanzo silenciosamente un suspiro. Una sensación de alivio, pero también de victoria y justicia me devuelve la tranquilidad perdida - "He ganado" - pienso para mis adentros. Cuando nos levantamos los cuatro (mi amigo pigmeo vio toda la telenovela del día y seguramente la contará hasta sus nietos el día de mañana) y nos preparamos para salir, le digo a Eric que me gustaría invitarlo un día a mi casa en mi país para que vea lo que es ser bien tratado como invitado, como a mí me han tratado todos los congoleños en su país menos él. Con desprecio me responde - Yo nunca iré a tu casa! - Luego de eso, al salir de la cabaña, y él acercándose a la puerta para vernos partir, le digo, presa de la emoción poniéndose por encima de mi razón, : - "J'ai gagné parasite! Je ne vais pas payer ta bier ce soir" (Te gané parásito, no te voy a pagar la cerveza esta noche") No sé si me entendió o no, pero me alegro que no haya reaccionado ante tal estupidez producto de una calentura que me podría haber costado quedarme allí!
Me voy junto a Jean-Robert, conversando mientras empujo la bicicleta cuesta arriba ayudado por mi fiel amigo pigmeo. Le agradezco infinitamente su ayuda y me disculpo de corazón por haberlo molestado esta tarde, pero me dice que es su deber ayudarme, que soy un invitado en su país. Le pregunto si cree que Eric hizo lo que hizo por el hecho de que soy blanco, a lo que Jean-Robert responde:
- Nico....porque eres blanco es que te ha pedido tan poco. Tienes que ver lo que hace con nuestra propia gente, los que van y los que vienen. Tú tienes tus papeles en orden y al final no puede exigirte nada, pero aquí pasan muchas personas que van y vienen de Camerún y la República Centroafricana con lo poco que tienen. A ellos, abusando de que saben que no tienen los papeles en orden, les quita todo lo que tienen -
Se me estruja el corazón al escucharlo. Por un lado me alegro de no haber contribuido a su exceso y haber podido salir bien, pero por otro lado pierdo toda la espiritualidad, al pensar en todos aquellos indefensos que sufren su abuso y tengo la sensación de querer volver a la cabaña e incendiarla mientras duerme.
Jean-Robert continúa y me dice: "nico, estás en una frontera muy remota, su jefe más cercano está a 300 km cruzando la selva. Eso significa que aquí él puede hacer todo lo que se le de la gana con quien quiera"
Al día le queda no más de media hora de claridad y me falta pedalear los últimos 32 km. Me despido con un afectuoso abrazo de Jean-Robert, , y más tarde, de mi amigo pigmeo quien me acompaña hasta reencontrar el camino.
Me voy de allí con una horrible sensación de desasosiego tratando de encontrar sentido a tanta maldad entre los seres humanos. Sé que la noche caerá pronto, estoy exhausto y muy dolorido por los puñetazos de Eric, pero si el camino sigue como ha sido hasta ahora, podré llegar a la base de WCS relativamente rápido y cumplir mi meta del día. Lamentablemente, no todo siempre sale bien como uno espera y me espera una noche que nunca olvidaré.