Si han llegado hasta aquí luego de leer todas las historias de Angola, o si comienzan por aquí, ya lo saben y no será ningún misterio: Angola ha alcanzado mi galardón personal máximo, el de haberse ganado mi corazón. Por lo tanto ocupa ya un lugar entre mis países favoritos del mundo y ciertamente a la cabeza de Africa.
Lo único negativo de Angola será probablemente pasar por la tortura de conseguir el visado, pero luego de los dos magníficos meses que pasé en el país, hoy miro hacia atrás y debo reconocer que una parte importante de la magia de Angola se debe a la virtual ausencia absoluta de turismo, y por consiguiente, la gran recompensa de obtener la visa, es tener el país prácticamente para uno solo. Así como sus estúpidas regulaciones de visado y los perros rabiosos que tienen de personal diplomático ponen todo su esmero para que no entres en el país, también desmotivan rápidamente a la peor calidad de turistas, aquellos que llegan para poluir una cultura en vez de respetarla.
En ese aspecto Angola está protegida, y es por eso que su cultura se mantiene tan genuina, tan auténtica. Pasar de Namibia a Angola por el corazón tribal de ambos países es muy revelador en ese sentido. Desde los Himbas globalizados de Opuwo y alrededores,hasta los mismos Himbas, los Mundimba y otras tribus, a uno y a otro lado del río Cunene la diferencia es ABISMAL!
A un lado se venden para las fotos por dinero a los turistas que llegan ávidos de una experiencia de zoológico humano, al otro comparten sus vidas de tradiciones milenarias con no más que sonrisas desinteresadas,
Por otra parte, las angoleñas y angoleños modernos, a pesar de compartir miserias semejantes a las del resto de Africa, no reflejan ni un dejo de sufrimiento. Colonización inhumana, 27 años consecutivos de una devastadora guerra civil, corrupción de libro Guinness, un tirano enquistado en el poder por más de 30 años, exasperante desigualdad social; nada de esto pareciera tener efecto sobre la gente, que refleja un espíritu alegre, sencillo y despreocupado de tantos abusos. ¿será que han sufrido tanto ya, que poco de dolor les queda por descrubir? No lo sé, pero si no hubiera estudiado nada de la historia de Angola, no me arrimaría ni de cerca a descifrar por lo que esta gente ha pasado basándome en el comportamiento diario de su gente hoy en día. Eso a mí me dice mucho del espíritu de una sociedad.
El pueblo angoleño en su totalidad me hizo feliz. Desde el primero hasta el último día, Angola no me ha regalado más que cosas buenas, y para mí no hay nada más valioso que eso a la hora de ser un invitado en un país ajeno. Fuera de casa, mi familia es la gente local, ellos son quienes me cuidan, me quieren y me acompañan todos los días y como familia es como los siento. Ellos iluminaron mis días en su país inyectándome energía desde que puse mis ruedas allí, cuando al pasar con la bici el eco constante era "força amigo!". Las tribus del sur, los pobres, los ricos, los expatriados, todos conspiraron a que no quiera irme de allí.
Angola es uno de los verdaderos tesoros de Africa. Me voy, pero llevando en el corazón la frase que más frecuentemente escuché decir, la cual al principio me resultaba curiosa pero con el tiempo entendí claramente que definía a la esencia de este maravilloso pueblo angoleño: "ESTAMOS JUNTOS!" (pronunciado en portugués como ellos lo dicen, porque suena más lindo)
Ah y por cierto, qué mulheres las angoleñas! pero ya lo dije antes, ¿no? :)