Nicolás Marino Photographer - Adventure traveler

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El ejemplo de Mozambique

Mozambique es la prueba fidedigna de que la mera pobreza material no es excusa suficiente para justificar el problema endémico de la enfermiza demanda de dinero al hombre blanco (por definición asumido como rico) que ocurre invariablemente en casi todos los países de Africa subsahariana. Mozambique, es uno de los países más pobres de Africa y en consencuencia del mundo, sin embargo, aquí parece haber una dignidad inherente en los mozambiqueños que no los lleva a estar sumidos en esa constante obsesión de creer que todo hombre blanco debe regalarles dinero y cosas. Tampoco apelan a la imágen de la lástima por sus carencias materiales, ni al infame recurso de generar culpa por las atrocidades que el hombre blanco ha cometido (y aún comete) en Africa, contra su gente, entiéndase, los negros.

La falta de educación, si bien es un argumento de mucha validez, tampoco alcanza por sí mismo para explicar todo el problema. La educación en casi todo Mozambique es reducida a lo más básico. Hay escuelitas rurales en todas las aldeas y eso es muy positivo, pero sigue siendo en general muy limitada y no todos los niños de las poblaciones rurales pueden fácilmente acceder a ella, por consiguiente sus posibilidades de progreso son igualmente limitadas. Aún así, los mozambiqueños son inherentemente respetuosos y educados.

Colonialismo brutal, décadas de guerra civil, hambrunas, destrucción, falta de infraestructura, todas también han sido parte del pasado reciente de Mozambique como en el resto de los países más sufridos de Africa y aún así, los mozambiqueños reflejan una serenidad y una paz ante la vida que les toca que me resulta como mínimo, admirable. Es como si nada lograra preocuparlos realmente, ni ser motivo suficiente para renunciar a su calidez humana. Haber pasado tiempo aquí, saber sobre sus condiciones y su historia me hacen mirar atrás hacia experiencias nefastas como las de Etiopía, y me convenzo aún más de que no, aquellos no tienen excusa.

¿Cómo es esto posible entonces?¿Es posible que la dignidad sea un valor intrínseco en algunas culturas y en otras no y necesite ser cultivada através de la educación? No lo tengo muy claro aún, pero gente como los mozambiqueños (y como los tibetanos al otro lado del planeta) me hacen sospechar que así como dejé Etiopía creyendo que hay quizás una suerte de gen “maligno”, quizás “salvaje” en la naturaleza de su gente, que precede a las circunstancias sociales, históricas y geográficas que moldean a una cultura, también puede haber un gen de dignidad inherente que antecede a dichas experiencias que determinan las características de la gente.

Me llevo a Mozambique y a los mozambiqueños en el corazón; me voy con el sentimiento de que me ha faltado pasar más tiempo en este gigante país donde me he sentido tan cómodo, donde he sido tratado con mucho respeto y calidez humana. Los mozambiqueños podrán tener poco de cosas materiales para ofrecer, porque sus posesiones son mínimas, pero mucha enseñanza para dar con su dulzura y esa omnipresente serenidad que mantienen ante la adversidad de la difícil vida que les toca; o bien enseñarnos algo muy distinto, como hacernos pensar que sin importar las facilidades y las adversidades que nos tocan, la vida es tan difícil (o fácil) como nosotros queramos hacérnosla. Sí, sí, Mozambique está entre los primeros puestos de lugares a los que volveré, por su gente, por sus espacios idílicos y por sus mangos.