Arriba y abajo, arriba y abajo, arriba arriba arriba..... El interminable y agotador cruce de Guizhou 贵州.
Nicolás Marino
La mezcla entre un enorme entusiasmo, la emoción de estar rodando nuevamente por el mundo, las ganas de encontrar “lo nuevo” y las ansias por llegar a Guangzhou 广州, 2300 km adelante, en navidad, para unirme a mi copiloto, fueron el cocktail explosivo que explotó en mis rodillas. Para el quinto día, este entusiasmo me había dejado rengueando. Había pedaleado más de 15.000km en los últimos 4 años, pero debido a la naturaleza más efímera de las travesías, sin importar cuan duras fueran, sobre todo las del Tibet, podía llevar muchísimo menos peso, pero ahora ya rodaba con el peso promedio típico de un cicloviajero de largo alcance. Salí con más de 60kg, un peso moderado para comenzar, especialmente considerando el peso de mi equipo fotográfico, pero aún así, a un ritmo de más de 100km por día, por caminos que se fueron haciendo notablemente más difíciles cada día, resultó más de lo que mis rodillas pudieron tolerar. No podía pensar peor escenario, sobre todo ahora que cruzaba finalmente a la provincia de Guizhou贵州省.
Guizhou 贵州 es oficialmente, la provincia más pobre de China, pero también, es en proporción, una de las menos visitadas, tanto por chinos como por extranjeros y es por eso que quizás por mucho tiempo me resultó una de las más enigmágticas, y debido a ello fue que especialmente tracé mi ruta através de la misma. Entré a Guizhou贵州 cruzando el río Chishui赤水, en su extremo oeste, a la remota ciudad del mismo nombre, viniendo por el ya montañoso, camino alternativo que me traía de Sichuan四川. Lo que nunca hubiera podido imaginar era lo que vendría por delante. Claro que sabía que era una provincia montañosa, lo que no sabía era que durante los siguientes 1000km aproximadamente, no habría más de 100 mts continuos de camino llano. Guizhou贵州 tiene la geografía de un planeta aparte.
Saliendo de Chishui赤水, por un camino remoto atravesando una espesa selva de bamboo, los cambios fueron inmediatos, el tráfico se volvió notablemente más caótico en los pueblos, la polución mayor, las construcciones más precarias, con frentes sin terminar o a medio hacer. Si bien no hay pintoresquismo ni atractivo estético alguno, lo cual es el caso en casi toda China, en camino a Xishui习水, el paisaje se volvió más agreste y se sentía ya más salvaje. Desde el primer momento comenzaron las subidas drásticas. La tierra se tiñió de rojo y de las montañas, finas cascadas de agua caían de las alturas por decenas de metros, filtrándose entre laderas verticales de roca pelada y espesa vegetación. Luego aparecieron los profundos cañones siguiendo serpenteantes ríos verde esmeralda con el camino bordeando el vacío. De ellos me salía para cruzar laderas que me conducirían a un nuevo valle, cada uno con su propia geografía extra planetaria. Estos valles comenzaron a sucederse unos tras otros detrás de cada ladera subida y bajada y ninguno le daba tregua a mis rodillas; cada pisada en el pedal era un puntada de dolor en la tapa de la rodilla que me hacía ver las estrellas. Se me hacía cada vez más difícil ser consciente de la belleza que me circundaba porque el constante subir y bajar no me perdonaba. Las prolijas terrazas de arroz comenzaron a dominar el paisaje, entre montañas que parecieran acomodarse de la manera más caprichosa.
No tuve que pasar mucho tiempo pedaleando en la provincia para darme cuenta de que al detenerme y mirar al horizonte, nada se encontraba en un mismo nivel. Atravesar Guizhou贵州da la sensación de estar atrapado en un inmenso laberinto tridimensional, en el cual el desplazamiento nunca ocurre en una dirección sino en todas, y no son muchos los metros que pasan hasta cambiar de una a la otra. Los días se perpetuaban en el más eterno de los grises; la neblina, bien baja, se intensificó aún más cuando sobre uno de los ríos que iba siguiendo apareció un increíble pueblo de casas tradicionales; una perla entre tanta construcción barata y berreta, un frente de casas de madera sosteniéndose en pie nada más que por obra de un milagro, el cual uno se puede pasar horas mirando los pequeños detalles en sus frentes.
Creo que en el inconsciente general de los occidentales pervive aún, una cierta imagen mística de China, de pueblos ancestrales y viejitos sabios, una imagen hasta casi romántica del país que en términos realistas es casi imposible de encontrar para quien viene de pasada por tiempo limitado. Sin embargo, algunos de estos aún quedan, entre tanta destrucción del pasado y creo que este es uno de ellos. Finalmente, en este remoto camino a Xishui习水, un verdadero atractivo visual histórico, vernáculo y sobre todo genuino que sobrevive en la China de hoy.
Paraíso de borrachos.
Al final de los días, también debido a esta intrincada geografía extraterrestre, encontrar lugar para acampar resultaba siempre un problema. Es que es muy simple, en esta provincia parecía no haber ni un mínimo espacio plano más que el del perímetro que define el espacio de una casa; l resto, siempre se encontraba en una pronunciada pendiente. A decir verdad, pasé días tratando de conectar con la gente para recibir ayuda a la hora de encontrar un lugar para dormir, pero seguía recibiendo miradas indiferentes y apáticas y muy poca simpatía. La vida es dura en China rural y parece haber muy poco espacio para sonrisas relajadas y felices. A diferencia de tantos otros lugares rurales que visité, aquí la gente parece vivir en un completo estado de amargura y esto empeoró a medida que me iba adentrando en los estrechos y profundos cañones que me conducían a Renhuai仁怀. Por 4 días pedaleé atravesando la zona de producción de Baijiu白酒, la bebida alcóholica china por excelencia, hecha a base de la fermentación del arroz. En años de vivir en China tuve un encuentro constante con esta bebida blanca, que en algunas marcas supera ampliamente el 60% de gradación alcohólica, la cual se bebe en prácticamente todos almuerzos y cenas de trabajo. Para mí, como abstemio, fue siempre verdaderamente un problema, ya que dos pequeñas copitas de brindis era suficientes para dejarme girando como trompo por un rato largo y hablando incoherencias. A esto, sumarle una tremenda borrachera en el festejo del último año nuevo chino, para haber roto de por vida con esta asquerosa bebida y cerrar mi efímero paso por el consumo de alcohol. El objeto de esta breve reseña es a los fines de contar la tortura que fue transitar por 4 días la zona productora de esta bebida. Por unos 300km de retorcidos, aunque espectaculares caminos de cañones y montañas, tuve que soportar respirar casi de manera permanente, día y noche, el repulsivo olor de los vapores resultantes de la fermentación del arroz expulsados por las chimeneas de centenas de destilerías que de las maneras más insólitas se acomodan sobre la geografía más irregular en la que alguna vez haya visto una zona industrial.
La industria del Baijiu白酒 es tan importante en China que en estos pestilentes pueblos productores, todo parece ser una oda a la bebida. Hay estatuas en forma de botella, nombres y slogans de marcas por todos lados, y hasta una sección del camino cuyos bolardos de protección son pilares de piedra en forma de botella de baijiu 白酒
Encima, el único maldito día en el que el sol decidió asomarse tímidamente entre las nubes del vomitivo olor a arroz fermentado, tenía que ser transitando esta región. Quería ir rápido, quería escaparme de ese olor omnipresente que me revolvía el estómago y me hacía recordar a esa borrachera espantosa, pero resultaba imposible, porque no sólo el camino seguía en constante subidas y bajadas y esforzarme implicaba que las rodillas me hicieran saltar lágrimas del dolor, sino que encima los caminos alternaban entre el asfalto roto, la tierra, las piedras, sectores inundados de barro y un horripilante tráfico de camiones transportadores, obviamente de la mismísma dicha bebida de mierda. Aunque debo decir que pocas veces agradecí tanto viajar en bicicleta ya que sigilosamente podía mantenerme avanzando a lo largo de tramos de 3 o 4 km continuos de atascamiento de vehículos. Con la llegada a Renhuai仁怀finalizaban las peores 80hs hasta el momento y a medida que me aproximaba a la ciudad e iban desaparecieron esos aires pestilentes, respiraba con alegría y celebraba más que nunca ser abstemio.
El invierno ataca.
A pesar de que el paisaje no dejaba de ser espectacular, el olor repugnante casi permanente, el dolor de las rodillas y la amargura y la apatía de la gente local me había hecho muy difícil encontrar un espacio para disfrutar, pero eso cambiaría al salir de Renhuai仁怀, cuando me encontré con el escenario más impresionante que había visto hasta el momento. Saliendo por un estrecho cañón, derivé en un puente de unos 500 metros de largo y calculo que entre 80 y 100 metros de alto que atravesaba un paisaje que sólo puedo asociar al que vi en los fiordos noruegos en camino de Oslo a Bergen hace ya más de una década. Me quedé simplemente boquiabierto. La angostura del puente, sumada a la inmensidad del vacío circundante, el viento y la vertiginosidad con la que los precipicios de las montañas rompían en el río decenas de metros más abajo me dio una fuerte sensación de vértigo. Permanecer en el mismísimo puente me hacía sentir inestable y sólo podía mantenerme no más que algunos segundos seguidos tomando fotos apoyado contra la baranda al borde del vacío antes de tener que echarme rápido para atrás. Fue sólo cuando me salí del puente que recobré el completo bienestar, pero no podía sacar mi mirada de semejante paisaje.
El período de clemencia con un sol suave llegaba a su fin, y durante los días que siguieron el invierno finalmente decidió cernirse sobre mí. La temperatura pasó de 12C a 3C de la noche a la mañana, una neblina permanente bajó de los cielos para robarse la mayor parte de la visibilidad y una diabólica lluvia que humedeció mis caminos me acompañó por varios días seguidos. Las subidas se tornaban durísimas, el frío me aumentaba el dolor de las rodillas aún cuando redujera los cambios de la bicicleta para hacer el menor espfuerzo posible. Las pendientes aumentaron y cada kilo que llevo se volvía un 1 kg de suplicio. Bajo la lluvia helada, embarrado, apestoso, empapado de sudor por dentro y de lluvia por fuera, ascendía a unos miserables 5km/h empañándome la vista con el vapor de mi propio aliento. Ascendía por horas para luego congelarme en el descenso a 45km/h en tan sólo minutos. Seguía pasando de valle en valle, terrazas de arroz por doquier, escenarios tan irregulares que tenía que chequear si mis ojos seguían viendo derecho; pasaban los días y los carteles de la ruta, indicando una nueva subida inmediatamente al final de cada efímera bajada, ya me estaban conduciendo a la neurosis; a veces sentía ganas de arrancarlos del poste y romperlos y tirarlos al vacío! "Basta de subir, basta de subir!!" me decía a mí mismo. Cómo se puede subir y bajar tanto todo el tiempo? en dónde me había metido? Qué maldita era geológica había hecho la geografía de esta provincia? Cuánto faltaba para encontrar un miserable kilómetro plano? Es que ni la bajada encontraba un relajo antes de volverse inmeditamente subida y viceversa. Y este maldito gris perpetuo, cuándo iba dar paso a algunos rayitos de sol? Ya ni siquiera pedía cielos azules, tan sólo un respiro de este gris sórdido que ya me atormentaba! Pero cuando todo es gris ylúgubre, afortunadamente siempre hay algo que nivela la balanza. De la ciudad de Zunyi遵义 en adelante la gente pareció haber cambiado completamente; cada día que pasaba ya no era casualidad encontrar a alguien que me invitara a comer o darme un lugar para dormir en su casa. Finalmente empecé a encontrar hospitalidad, interés, gente maravillosa con la que me daba gusto sentarme a hablar horas de cosas de la vida. Llegué a una de las pequeñas aldeas rurales donde un grupo de familias de campesinos me invitó a ser parte del sacrificio del cerdo que usarían para las comidas de año nuevo chino, aún dos meses adelante. El sacrificio, como tal, fue crudo y rudimentario. Un verdadero desafío a tolerar para los que comemos carne sin estar conectados directamente al sufrimiento del animal. El procedimiento consistía en atravesar al cerdo con un cuchillo por el cuello, inflarlo con un inflador de ruedas de moto para que tome forma, echarle agua hirviendo mientras se desangra en el piso para depilarlo a mano completamente, raspándolo con una rudimentaria herramienta de metal filoso, luego cargarlo entre 6 o 7 personas para apuntalarlo colgado de las patas, abrirlo al medio y mientras se desangra completamente dejando un reguero de sangre, ir separando tripa por tripa atándola con tiras de tallos de pasto, ya que absolutamente nada se desperdicia. Luego de terminado el sacrificio, ya entrada la noche, me quedé a cenar con ellos, calentito alrededor de la estufa a leña sobre la cual se posaba la cacerola de la cual comimos todos. Los campesinos más pobres hablan dialectos incompresibles y sólo podía entender cuando se dirigían a mí en su precario mandarín.
Por suerte, el chino que se habla en esta provincia, aparte del mandarín, es muy similar al dialecto de Sichuan四川al cual mi oído está muy acostumbrado, lo cual me permitió comunicarme sin mayores problema. En el segundo tramo de mi tiempo por esta provincia, la relación con la gente cambió radicalmente y volví por primera vez a sentirme realmente a gusto. Hasta la policía, aquel grupo de individuos que en casi todo el mundo es más bien sinónimo de calamidad y problemas, más que de ayuda alguna, aquí me ha ofrecido cama y té caliente en sus pequeñas seccionales de pueblo....será que el aislamiento por períodos prolongados en estas aldeas remotas los vuelve más humanos y necesitados de conectar con la gente. Ya estaba en camino a Kaili凯利y aún seguían las subidas interminables, las lluvias heladas y vivía embarrado hasta las orejas. Sin embargo, la creciente calidez de la gente, la cual se había mantenido muy apagada hasta el momento, marcaba la gran diferencia. Llegué a Kaili凯利totalmente agotado, empapado y helado, con las rodillas a la miseria luego de una subida eterna bajo la lluvia que parecía interminable. Habían pasado 12 días desde que había salido de Chengdu成都, 1012km pedaleados y ni un día de descanso y como si fuera poco, el único hotelucho mugriento barato que encontré ya entrada la noche, tenía la habitación en el 6to piso y era sólo accesible por escalera. Kaili凯利marcaba el comienzo de la región de minorías étnicas que por tantos años había querido explorar, no hay nada interesante en la ciudad en sí misma, pero dadas las condiciones, colapsé y me quedé 36hs seguidas en cama durmiendo, descansando el cuerpo y saliendo solamente para bañarme por primera vez desde que había salido y comiendo enormes cantidades de comida ya que en los últimos días, debido al gran incremento en el gasto de energías por el frío y las subidas, había notado una brusca pérdida de peso a pesar de alimentarme muy bien cada día.
Mundo tribal
Entrar en la zona tribal del Guizhou贵州 fue una experiencia fascinante desde todos los puntos vista. La región que comprende casi la totalidad del este de la provincia y el oeste de Guangxi 广西, está habitada por varias minorías étnicas, pero principalmente por la de los Miao 苗族 y los Dong 侗族, cuyas aldeas de exquisita arquitectura vernácula se funden casi miméticamente con su entorno a lo largo de fértiles y remotos valles verdes, aterrazados y sembrados hasta el último centímetro cuadrado plano posible. Desde un punto de vista étnico, esta gente está más relacionada con aquellas etnias del norte de los países del sudeste asiático que con los chinos Han汉族 del país en el que viven. A diferencia de los tibetanos y los uighur, han logrado convivir en armonía bajo la dominación Han汉族 a lo largo del último siglo. El primer punto al que llegué es el pueblo de Xijiang 西江y Xijiang es uno de aquellos lugares en el mundo cuya belleza y originalidad es bendición y maldición al mismo tiempo. Avistar el pueblo por primera vez desde la altura es simplemente una experiencia deslumbrante que deja sin palabras. La arquitectura vernácula de los Miao苗族, es de una perfección absoluta, exquisita. Las casas de madera oscura y tejas rugosas desgastadas por el paso de los mil años que llevan allí se adaptan de la manera más armónica a las laderas curvas de unas montañas de formas caprichosas. La vegetación es espesa y generalmente una neblina espesa se estaciona en el pueblo la mayor parte del año. La mímesis con el entorno, como lo es prácticamente en la arquitectura vernácula de todas las grandes civilizaciones de la historia, es total y de un equilibrio casi perfecto. Callejuelas de piedra con un manto de humedad casi permanente en forma de pasadizos conducen cuesta arriba y abajo en el silencio y la quietud de un lugar donde pareciera que el tiempo no pasa.
Los Miao苗族 aún conducen su vida de forma tradicional a pesar de que Xijiang西江fue naturalmente blanco natural del turismo masivo, su maldición. La calle que bordea el río está delineada por una seguidilla insoportable de negocios de souvenirs producidos industrialmente, restaurantes de precios inflados y hasta karaokes que nada tienen que ver con la cultura tradicional local. Por suerte llegué en un punto del año, que si bien es muy frío y más bien inhóspito, me permitió tener el lugar prácticamente para mí. Del sólo imaginar el infierno de los grupos turísticos chinos viajando, como es habitual, en modalidad de rebaño, que llegan aquí durante todo el verano haciendo colapsar el lugar me daban escalofríos. Sumado a esto, como es el caso en todas las atracciones conocidas de China, el gobierno parece creer que todo lo bello que es susceptible de ser presenciado, debe ser permitido sólo luego del previo pago de un abono. La única ruta que atraviesa este anteriormente remoto valle, está vallada en ambos de sus extremos y coronada por la oficina de venta de tickets. Solamente para poder transitar por el mismísimo pueblo y poder mirarlo, uno tiene que pagar 100RMB (unos 18usd aprox). China parece estar determinada a cobrar abonos por todo lo que una u otra belleza intrínseca: entrar a pueblos, ver lagos, ver montañas, ver un edificio, un templo, visitar costas de ríos, etc, y el número de nuevos lugares que se acorralan detrás de una casilla de tickets crece todos los años. El efecto de esto sobre la cultura local no es más que nefasto, induce a la gente del lugar a volverse adicta al dinero y a los modos modernos del consumo, comercializa a la cultura distorsionando profundamente sus valores y modos de vida más ancestrales. Es imposible evitar que un lugar de semejantes cualidades no quiera ser visitado por todos, pero es muy triste ver cuando esto es manejado con irresponsabilidad y negligencia, usando e imponiendo sobre los locales, los valores más bajos que ha desarrollado nuestro modo de vida moderno.
Afortunadamente, la mejor sorpresa vino los días que le sucedieron. Es casi siempre el caso sin excepciones en todo el mundo. Una región tiene un punto muy atractivo al cual van todos a visitar, casi siempre es el punto más llamativo por su tamaño e impacto, sin embargo nunca es el único. Inmediatamente al salir de Xijiang西江 en rumbo sur, en un día soleado único. Fuertes vientos y lluvias habían zumbado toda la noche y para la mañana en la que salí, la temperatura había saltado de 1C a 17C. Me encontré pedaleando en remotas montañas vírgenes habitadas exclusivamente por etnias ajenas a toda la parafernalia del turismo. Las sonrisas de la gente volvieron a sentirse realmente genuinas y desinteresadas, la vida, rural y tradicional y con el valor agregado de esa bella cualidad que se respira en estos pueblo,s de que el tiempo no pasa.
La gente seguía invitándome a cenar y dormir durante las noches. Por momentos me preguntaba si esta humilde gente se daría cuenta de que invitar a cenar a un ciclista hambriento es como invitar a cenar a cuatro personas normales muriendo de hambre. Pero es China, y en China hoy por hoy, todos comen a lo grande, aún si es en las condiciones más sencillas de vida.
El paisaje era excepcional, y el camino se encontraba en muy malas condiciones y resultaba durísimo de a ratos. Milagrosamente, no sé si por mi buen humor o por el clima más benigno o resultado del breve descanso y consecuente fortalecimiento físico a lo largo de los días, el dolor de mis rodillas comenzó paulatinamente a desaparecer, dejando de robarme la concentración en las experiencias diarias. Las fuertes pendientes de las laderas estaban perfectamente delineadas por las curvas y contracurvas de una sucesión finita de terrazas de arroz que descendían por los cañones hacia el río, fluyendo cientos de metros más abajo. En los intersticios entre valles aparecían a lo lejos, idílicas aldeas pequeñas fundiéndose con su entorno. No cambio ni a la más chiquita de ellas, completamente desconocidas, por la famosa grandeza de Xijiang 西江.
Los escenarios mágicos y esta bellísima paz pueblerina que se respiraba en las pequeñas aldeas Miao y Dong se sucedieron sin cesar unos tras otros a medida que me adentraba por los silenciosos caminos remotos del sureste de la provincia ya en camino a Guangxi广西. A pesar de su virginidad y particular belleza, no podía evitar empezar a desear dejar atrás por el momento esta exhaustiva experiencia de subidas interminables que ya me hacía sentir atrapado. Al fin y al cabo apenas habían pasado tan sólo tres semanas desde que había salido y no faltarían incontables oportunidades para ir fortalenciéndose. Lo peor es que en el momento en el que uno más desea algo del camino es cuando menos se cumple. Cuando ya me faltaban menos de 100km antes de finalmente dejar Guizhou贵州, la provincia me tiró una brutal subida serpenteante de más de 20km y unos 1300metros de desnivel, fue algo así como un mensaje “no te olvides dónde te metiste, si querés salir de aquí, vas a tener que hacerlo con esfuerzo”. Y así fue; a pesar de mi creciente fortaleza física, no me dió respiro hasta el último momento en el que crucé hacia la nueva provincia.
No recuerdo ni el Tíbet, salvando la diferencia de altitud, haber hecho tanto pero tanto ascenso acumulado en un período tan corto de tiempo y distancia. Luego de 12 días extenuantes cruzando la provincia por unos 800km, ya no recordaba cuándo había pedaleado más de 1km llano continuo. La sensación final fue la de estar “atrapado” en un laberinto 3D, donde no existen los horizontes llanos y todo se acomoda encajándose en infinitos desniveles. Mi primera impresión sobre la gente se revirtió felizmente en la segunda mitad donde ya no sólo la geografía era lo que me hacía sentir en alguna tierra fuera de este planeta, sino la mismísima gente que en cada pueblo y hasta en pequeñas ciudades me miraba y se acercaba a mí con fascinación para decirme una y otra vez: “es la primera vez que vemos un occidental en persona y encima uno que hablara chino para poder hablar con él.!!” y seguido de esto, preguntarme de todo para satisfacer su voraz curiosidad. La comida de la provincia fue como una versión pobre, de menor calidad y no tan picante, imitación de su vecina Sichuan四川, cuya cocina es ampliamente reconocida como una de las mejores sino la mejor de China y para muchos, del mundo. Aún así, abundante y con mucho sabor.
Puede ser aún la provincia más pobre de China, es indudablemente más precaria y muy rural, pero aún así no he visto miseria extrema e indigna como se ve en tantos otros lugares del tercer mundo. La vida es dura, pero al menos hoy, a la gente le sobra alimento y sus casas son ya de materiales sólidos y sus pueblos tienen al menos una infraestructura básica que asegura desagües y acceso al agua corriente. La experiencia, si bien dura, valió completamente la pena, y fue una ventana directa al otro país, el que nos se publicita ni se visita, el que todavía está varios pasos detrás del inminente desarrollo que se manifiesta en otras partes del país.