Nicolás Marino Photographer - Adventure traveler

View Original

Transicionando en Hong Kong. Sin parar.

See this content in the original post

Una vez más me detengo en Hong Kong, tal como si ya fuera un clásico en mi vida, hacer las paradas en Bangkok y esta ciudad. Hong Kong fue el primer punto de Asia que pisé hace 8 años en 1999 y fue mi puerto de entrada y salida en cada viaje posterior, es por eso que tiene el mayor valor emotivo. Pero no es sólo por necesidad que vine esta vez sino por total elección; y es que Hong Kong es por lejos, años luz, mi gran metrópolis favorita en el mundo. Paré nada menos que siete vez en esta ciudad en los cuatro viajes por Asia y en ni una sola de ellas he dejado de pararme contemplando el más espectacular de los escenarios urbanos que haya visto en el mundo y sentirme absolutamente deslumbrado por semejante magnificencia y belleza construida en tan intrincado y diminuto espacio geográfico. En Hong Kong no sólo vibra mi alma de arquitecto y fotógrafo, vibra toda mi condición de Ser y mi alma de viajero al 100%. Estar aquí para mí, es como acariciar las nubes porque en Hong Kong no sólo destellan las luces y el glamour de lo más exquisito y selecto del mundo sino que aquí, ese mundo convive con la China tradicional, la de viejitos de 100 años viviendo en vecindarios ultra populosos, la de olores a comidas extrañas saliendo de dudosos restaurantes, la de ideogramas complicados, la de inmigrantes ilegales.

En Hong Kong, tres mundos están comprimidos a presión en una metrópolis única. La misma fue encontrando espacio hasta en el más ínfimo rincón en una serie de islas montañosas pequeñas y medianas de espesa vegetación, que se desprenden del continente y se desperdigan aleatoriamente sobre el Mar de China y que hoy están conectadas por puentes y túneles de última tecnología. El espacio es pequeñísimo y la densidad de población de millones. Todo se comprime como ajustándose a presión por una bandita elástica y crece hacia el cielo, hacia el infinito. De los morros y de los escasos espacios llanos que mueren contra las bahías, se levantan como agujas muy encimadas unas de otras torres y torres. En algunos sectores, como Central (sector financiero), se erigen los rascacielos de ultra hiper tecnología diseñados por la elite de arquitectos más selecta del mundo. En otros se levantan torres esbeltas de millares de viviendas de lujo, en otros se levantan vecindarios viejísimos, sucios, comprimidos, de hacinamiento y mugre total. En Hong Kong la sensación de verticalidad da vértigo, todo se clava en el cielo, dejando a Wall Street en Nueva York plana como una estepa. Todo es alto, todo es estrecho y todo está pegado uno a lo otro. Los colectivos urbanos de dos pisos, con choferes de guante blanco, pantallas electrónicas de recorrido, asientos más cómodos que los de un avión se abren paso por las estrechas calles cruzándose con tranvías de dos pisos y taxis y autos de lujo. La nuca duele a las pocas horas de recorrerla. Por las noches la ciudad se enciende y encandila. Millares de carteles gigantes iluminados la transforman en una jungla de neón, de todos los colores se cuelgan de las fachadas de los edificios "flotando" sobre la calle dando un baño cromático incomparable. El paso de la ciudad es frenético, millones de personas se desplazan de un lado al otro. El consumo es abismal y la ciudad no duerme. El poder adquisitivo es bien alto.

See this content in the original post

Bangkok y Singapur serán tigres, pero Hong Kong entonces es el león porque esto no es nuevo, la riqueza de Hong Kong lleva décadas y quizás más de un siglo. Acá no sólo se anda en los más lujosos Mercedes Benz y Porsche, esas son pequeñeces en el león. Acá los poderosos se mueven en Rolls Royce, si, ese tutú hecho a mano que cuesta unos..300? 400 mil usd? o más? y llegan a hoteles o rascacielos de oficinas del más extremo de los lujos conducidos por sus choferes (algo que a mi gusto es como que te paseen en un ataúd de ultra lujo, que auto más HORRROROSO!!). Eso sí, en el espectáculo del cielo sobre Central, el sector financiero, los helícopteros aterrizan y despegan contínuamente de los helipuertos en las azoteas de los rascacielos, así llegan más rápido.

See this content in the original post

Pero Hong Kong es eso, y mucho más porque en toda esta comprimida masa urbana viven como tres grandes grupos a grandes rasgos y eso es lo que le da a la ciudad el contraste fascinante que tiene. Por un lado están, los extranjeros, hombres de negocios y peces gordos, yuppies que caminan prendidos al celular y van cruzando de edificio en edificio a través de puentes acristalados que se elevan sobre las avenidas conectando las plantas bajas de cada edificio y que generalmente sirven de centros comerciales que albergan a las tiendas más selectas y exclusivas del mundo, entre ellas Gucci, Armani, Tag Heuer, Baume Mercier etc. Sólo en traje, corbata y zapatos deben superar unos cuantos miles de dólares con dicha vestimenta.

Por otro lado están los chinos, que a su vez por supuesto se los encuentra en la misma versión que los extranjeros, modernamente vestidos en look bien occidental por un lado y por el otro en la versión de los chinos tradicionales, pero son chinos que no se sienten realmente chinos, se sienten hongkonéses porque en última instancia Hong Kong estuvo hasta 1997 en manos inglesas y nunca conoció el pasado de los últimos 100 años chino ni se relacionó con él. Son chinos, pero son diferentes.

Por último se encuentra una gran masa de inmigrantes de todo el mundo, muchos africanos de todo Africa, pakistaníes, indios, árabes, filipinos, indonesios. Estos dos últimos grupos, chinos e inmigrantes, viven en los edificios tipo vecindarios, enormes, populosos, apiñados, generalmente bastante sucios de corredores laberínticos donde detrás de cada puerta se ven los negocios o viviendas más insólitos. Son un mundo aparte y los conozco muy bien porque siempre me alojé en dos de los más famosos de ellos dentro de la inmensa cantidad que se erige uno pegado al otro en Kowloon, al otro lado de la bahía del Mar de China y enfrentado a Central, el area comercial. Es un mundo fascinante, los pisos son gigantes y tienen miles de pequeños departamentos entre corredores y pasillos tenebrosos por los que circulan los inmigrantes ilegales de cada rincón del planeta. Gente que viene a Hong Kong en busca de una vida más digna. En ellos me cruzo con pakistaníes vistiendo shalwar kameez, que al verme con mi gorra de Chitral, me sonríen y en seguida se vienen a charlar conmigo y felices al enterarse de mi amor incondicional por su país no dejan de preguntarme cosas.

See this content in the original post

Hong Kong es magnífica, deslumbra como ninguna otra metrópolis, y sus contrastes son fuertes y fascinantes y en algún punto sus mundos se relacionan. Por las noches cuando hago mi caminata y mi obligada parada a contemplar Central desde la costa de Kowloon al otro lado de la bahía, paso por el frente de los hoteles de lujo como el archilujoso Península con su acceso congestionado de Rolls Royce o el Intercontinental y dentro de ellos se ven suntuosos banquetes de cientos de estas personas que visten ropas tan caras; por momentos suelo fantasear si en ese momento, mientras conversan y se empacan con astronómicos platos, al ser personas tan poderosas estén tomando decisiones o charlando cosas que quizás mañana afecten directamente a todos los países de los inmigrantes ilegales que están al otro lado de la bahía y también obviamente al país de este viajero que deambula ahora por esta ciudad.

Esta vez, a diferencia de las veces anteriores, a parte de venir a embelezarme con la ciudad y perderme hasta en los más recónditos de sus rincones, vine a gestionar mi visa de larga estancia en China, la cual se consigue muy fácilmente aquí en determinadas agencias de manejos extraños; y a equiparme tecnológicamente para poder empezar a trabajar. Los días fueron de andar y andar 16/17 hs diarias, caminando, en metro, en bus, en ferry cruzando la bahía, resolviendo, arreglando, organizando, investigando y en el medio encontrar pequeños espacios para fotografiarlo todo, para comer cosas raras, para poder contemplar la ciudad en su absoluto esplendor. Todo pasó en 6 días y todo encontró su camino, producto de mucha energía puesta, concentración y dedicación y todavía falta mucho. Mi adrenalina es total, mi mente está focalizada en desarrollar esta transición y salir a flote, no porque este hundido ni mucho menos sino por el simple hecho de acomodar las cosas para darle rumbo al camino.

Me es difícil explicarlo y encontrar las palabras pero realmente esto es un gran desafío y es muy diferente haberlo imaginado o pensado a llevarlo a cabo. Es decir....me fui hace ya más de 10 meses de Buenos Aires, solo y con el objetivo, luego de un gran viaje por tierra desde Irán hasta China, de asentarme en dicho país y experimentar la vida en el mismo. En el camino y sin haberlo previsto largué mi mochila y me monté a una bicicleta, me deshice de gran parte de mi ropa para quedarme con lo esencial e inicié un recorrido que me llevaría desde Irán y por 8xxx km a través de las tierras más remotas y espectaculares de Asia, hasta Sri Lanka. Y ahora, luego de pausadamente bajar la velocidad, con unas muy pocas ropas en la mochila y mi bicicleta, voy asentarme en la otra punta del planeta, sin hablar el idioma del país, sin manejar los códigos de gente que tiene una concepción existencial y un pasado ancestral absolutamente distinto al mío, luego de haber vivido 10 meses de experiencias que me dieron vuelta una y otra vez la cabeza como panqueque en una sartén convulsionando y revolucionando toda mi persona; estando solo abriéndome paso, ahora tengo que hacer una vida, conseguir un lugar para vivir, generar ingresos, moverme en espacios distintos donde todo es desconocido y tan tan diferente....

Mi cabeza fue y va a mil por hora en estos días, es una transición fuertísima, son miles las ansiedades, las dudas, las incertidumbres, por las noches difícilmente pego un ojo por más de 3 hs. Pero lejos de ser esta una situación indeseable, es un desafío hermoso, que yo elegí, que disfruto al máximo porque todos los días aprendo cosas nuevas y me enriquezco con ellas, porque con cada paso descubro más, me sorprendo y sigo adelante. Encuentro mis limitaciones, ajusto mi perspectiva sobre ellas y les encuentro la vuelta y las supero y siempre al final del día aprendo que hay más dentro mío de lo que sabía...

Sigo adelante, mañana parto de Hong Kong y ya voy en camino a mi destino final: Shanghai. Ahí seguirá la transición y espero poder pronto, escribírles desde...casa??? :)